martes, 2 de agosto de 2016

LOS DEFECTOS DE LA MEDICINA ACTUAL


Resultado de imagen para dificultades que enfrenta el médico

DR. EVARISTO GÓMEZ RIVERA*
Es posible que algunos lectores juzguen impropio que un médico critique a la medicina, pero la mejor forma de quitar un vicio es declararlo y ponerlo sobre la mesa de la sinceridad.
La medicina era una actividad hecha de ciencia, arte y oficio; hoy la queremos científica, exacta e infalible y por eso a menudo tropieza con mil piedras que la ponen en trances comprometidos. Urge combatir esa vana presunción, que actualmente alcanza  proporciones amenazantes. Ciertamente, a los médicos nos corresponde conocer la ciencia lo más exacto posible y el vacío, entre los conocimientos imperfectos y la verdad que queremos, habrá que llenarlo con entusiasmo y buena fe y, sobre todo, con una dosis alta de modestia.
Exageración disfrazada de profesionalismo, al convertir en lucrativa una profesión que si bien merece ser remunerada, siempre debe ser acorde a la capacidad de trabajo y al buen arte de curar. Desconozco si existe en la historia de las grandes fortunas, una sola hecha ejerciendo la medicina; el esplendor económico que algunos  ostentan, tiene más de relumbrón que de efectiva solidez porque hay sin duda otras actividades que con menos agobio, logran mejores dividendos. La medicina ha cambiado porque pasó de ser profesión humilde a una  brillante ocupación, punto de partida de bienestar y reconocimiento social; dejo de ser una ciencia secundaria cercana a la magia, para colocarse en las alturas de la ciencia; la fortuna ha sido espectacular, pero como todas las fortunas rápidas, cayó  en el pecado de la exageración. Exageración disfrazada de profesionalismo cuando se pone demasiada fe en todo lo que se presenta con etiqueta nuevo, adelantado y reciente. Como ejemplo: libros de última  edición, revistas prestigiadas  y congresos internacionales. Aceptar como verdad absoluta lo publicado en las páginas electrónicas de la Internet es tan poco inteligente como aceptar lo dicho por Galeno y Paracelso a principios de la era cristiana; parece que lo primordial esta en los conocimientos anunciados como nuevos; el que sabe muchas cosas y las quiere adornar con muchas citas, está bien que lo haga, lo malo está en pensar que lo importante son las citas y no las cosas y llenar lo vacío del pensamiento con torrentes informáticas.
A  esa altanería, también contribuyen los congresos, esa plaga de los tiempos actuales, en donde predomina la diversión y las promociones comerciales, con escasas médicos, auténticos científicos de buena fe, preocupados por la ciencia; muchedumbres buscando el relumbrón de la asistencia. La maquinaria propagandística de la formidable industria farmacéutica ayuda al equívoco y al exceso, promocionando productos, con la garantía de opiniones firmadas por nombres ilustres, ejerciendo en el público, el mismo poder mágico de los símbolos y los jeroglíficos sobre las mentes primitivas.
Nuestros conocimientos médicos, han de estar basados en unas cuantas verdades exactas, que emergen de mares de información sujeta a revisión. En otras palabras, saber es, no solo saber, es saber y dudar y por lo tanto, no saberlo todo. De todo lo reciente  debemos estar informados, pero salvo excepciones, aconsejamos considerarlo como mercancía sospechosa, a la que  daremos beligerancia, solo después de rigurosa cuarentena. La verdad científica crece con el tiempo, como una espiga entre montones de hierbas inútiles destinadas a perecer, solo hay que dejar que el tiempo haga la selección entre lo fugaz y lo perene.
*Traumatólogo. Profesor de Ortopedia de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.

La próxima colaboración será de la Dra. Susana Bassol Mayagoitia, Endocrinóloga de la Reproducción.