viernes, 28 de marzo de 2014

LA MODESTA VENDA ENYESADA

DR. EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA*

 
Una venda enyesada nada tiene de ciencia ni de arte, pero es, no obstante, un instrumento de incalculable valor, algo que pocas veces el ingenio humano ha hecho. Se cumplen casi 150 años de que se usó por primera vez y bien merece el honor de recordar a su inventor el gran cirujano holandés Antonio Mathijsen. (1805-1878). Como cirujano militar en 1852, estaba insatisfecho y descontento con los medios con que contaba para inmovilizar las fracturas y abrumado por los miles de heridos pendientes de atención, fue que recomendó públicamente el uso de “un tejido arroyado entre cuyas vueltas se coloca yeso en polvo, lo que al ser puesto en contacto con el agua, se hidrata para luego endurecerse”.
La propuesta de Mathijsen significo una verdadera revolución de  métodos, pues aunque se conocían las cualidades del yeso, la técnica de aplicación no estaba definida. Los que consideraban útil el yeso, para poner en reposo a las fracturas, recomendaban preparar una papilla blanduzca en un cajón, para después colocar la extremidad; sucedía entonces que era sepultada bajo una enorme masa de yeso.
Las complicaciones, fáciles de imaginar, con semejante procedimiento, hicieron que el nuevo invento se recibiera con recelo y desconfianza pero de manera positiva y esperanzadora en la comunidad médica, aunque no faltaron los detractores, por fortuna aparecieron también voces que lo defendieron con calor.
Una publicación de la época decía: ”Antes del procedimiento de inmovilización propuesto por Mathijsen, la única terapéutica para una fractura del miembro era la amputación, y la mayoría de esos amputados moría en breve plazo por las complicaciones inevitables, “Esta situación realmente desesperante ha podido ser solucionada gracias a la obra de Pasteur, de Lister y de Mathijsen” y termina: “cuantas vidas, cuantos miembros han podido salvarse así gracias a estos tres hombres”.
La posteridad ha juzgado con justicia las importantísimas aportaciones de Pasteur y Lister, pero por lo humilde y modesto de su contribución se ha olvidado de Mathijsen. Su invento representa la expresión de un ingenio singular, en apariencia sencillo, pero de tan grande valor, que no ha podido ser sustituido por ningún otro a lo largo de 150 años; sigue siendo de los pocos inventos que han resistido los empujones renovadores de la actualidad, en que un elemento de eficacia aparentemente insustituible es derrotado en breve plazo por otro de utilidad mayor.Ahora, 150 años después de nacida, la venda enyesada sigue siendo un elemento irremplazable para el médico, porque de manera fácil y sencilla ofrece al hueso y a la articulación, el reposo indispensable para su curación.
La modesta venda enyesada es como un instrumento quirúrgico que debe ser manejada con técnica precisa y método bien determinado, porque de no ser así, se trasforma en elemento inútil o perjudicial.
Es tan grande el beneficio que la humanidad ha recibido del ingenio y trabajo de Antonio Mathijsen, que el monumento erigido en su natal Budel Holanda, es homenaje que la posteridad rinde a sus méritos.
*Traumatólogo. Profesor de Ortopedia en la Facultad de medicina UA de C, Torreón.
La próxima colaboración será de la Dra. Susana Bassol Mayagoitia, Endocrinóloga de la Reproducción.

viernes, 21 de marzo de 2014

SEXUALIDAD EN PAREJA

DR. MANUEL FRANCISCO CERVANTES MIJARES* 
 
“En una pareja sana los roles sexuales son flexibles; ambos tienen la libertad de pedir o tomar la iniciativa cuando deseen tener sexo.”

La conducta sexual es escenario de múltiples conflictos cuando existen actitudes rígidas y mala información. Sin embargo puede haber grandes satisfacciones y posibilidades de crecimiento cuando se encuentra un espacio de libertad y mutua aceptación.
En nuestra cultura tradicional, se considera el rol masculino como el activo, dominante, poseedor del conocimiento y la experiencia. Afortunadamente, esta idea cada vez se ha desmitificado. El rol femenino se conceptualizaba como el pasivo, receptivo y complaciente de los deseos masculinos, donde no había espacio para los deseos de ella y sólo pasivamente “participaran en el acto sexual”, además se consideraba que el experimentar placer las denigraba a “el papel de mujeres malas”,
            Muchas parejas inician pleitos interminables debido a la dificultad que tienen para expresar abiertamente sus necesidades sexuales. Ambos se involucran en discusiones sobre quién debería de iniciar la actividad sexual. En la mayoría de las parejas se mantiene un rol rígido, además de insatisfactorio y se deposita toda la responsabilidad en uno de ellos. Cuando esto ocurre, se etiquetan y en su esquema no puede integrar otra actitud de su compañero. Esto definitivamente acaba con la posibilidad de una participación más activa de alguna de las partes. De aquí se desprende la necesidad inconsciente de buscar otras alternativas para la expresión de la sexualidad. Es más difícil abrir estas fantasías y atreverse a realizarlas con la pareja, esto requiere madures, apertura y flexibilidad.
Cuando uno de ellos desea sexo y el otro “no adivina” las necesidades de su pareja y su conducta no va en la dirección esperada, comienza la acumulación de resentimientos e sobre la pareja y se trasforma en malestar y alejamiento. En una persona con baja autoestima la sensación de rechazo, de no sentirse deseada por su pareja produce angustia y temor al abandono. Estos sentimientos favorecen la disminución del deseo sexual, e inhiben la excitación.
Las influencias socioculturales y religiosas, recaen sobre el comportamiento sexual porque se aprende a través de la culpa y la información distorsionada, particularmente sobre el papel de la mujer como la parte pasiva. Ello genera una gran dificultad para expresarse abierta y espontáneamente lo que les agrada sexualmente.
            En los hombres este aprendizaje distorsionado también ha afectado la expresión afectiva, la comunicación y la sensibilidad hacia la pareja, provocando conductas que activan un rechazo, disminuyendo el deseo sexual y excitación en la pareja.
Cada persona desarrolla un lenguaje propio y significativo para referirse a sus deseos y conducta sexual. Al iniciar la relación de pareja e ir abriendo el espacio para la sexualidad, cada uno compartirá ese mundo íntimo con el otro para formar un código sexual por medio del cual se comunicaran y activaran el afecto. En la fase de idealización cualquier palabra o actitud será mágica y impulsará un profundo deseo en ambos de estar juntos. En fases más avanzadas estas mismas palabras o actitudes producirán enojo o malos entendidos. Es importante que la pareja revise su modo de comunicar sus deseos y valorar si el impacto de las palabras que utiliza en realidad excitan o no a su pareja.
El mejor afrodisíaco es la comunicación clara y directa; manifestar con franqueza lo que desean, fantasean o esperan. Ello producirá un aumento en la excitación sexual. Muchas frases al pasar los años pierden fuerza y salen de contexto, lo que se conserva integro si va acompañado de afecto y aceptación. La pareja sana se permite intercambiar los roles y pasar de una actitud pasiva a una activa sin temor al rechazo o a ser lastimados. La mutua exploración a través de la sexualidad es un camino que al recorrerlo aumentará la intimidad y el amor maduro en la pareja. 
 *Doctor en Psicología. Profesor de Psicología de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Evaristo Gómez Rivera, traumatólogo.

jueves, 13 de marzo de 2014

LA GRAVEDAD DE LOS GOLPES EN LA CABEZA

DR. MARIO ANTONIO DEL VALLE GONZÁLEZ*  
Los golpes en la cabeza o medicamente denominamos Traumatismos Cráneo Encefálicos (TCE) son muy frecuentes en nuestra agitada y compleja sociedad; hablamos de los accidentes en casa, en el trabajo o de tránsito. Cuando éstos suceden nos preocupa no saber qué tan severos son, qué consecuencias tienen y cuándo debemos acudir al médico.
            Podríamos dividir, en general, a los golpes en la cabeza de baja velocidad: caídas de poca altura y golpes con objetos que pueden ser de mucho impacto o peso, pero poca velocidad. Los de alta velocidad, como los accidentes viales, y los proyectiles de arma de fuego que, desgraciadamente son cada vez más frecuentes,  son de altísima velocidad.
            Entre mayor sea la velocidad del golpe, mayores son los daños al cerebro. El cráneo es el que defiende y protege al cerebro, así los golpes de poca velocidad dañan frecuentemente a esta “caja protectora”, provocándole fracturas que no necesariamente reflejan un daño importante al cerebro.
            Por ejemplo cuando cae un niño de la cama, en ocasiones puede tener una fractura lineal, pero esto no se refleja en la función cerebral que puede ser normal (obviamente, el niño llora y tiene dolor e incluso, puede vomitar, pero no necesariamente es grave), de hecho la mayoría de los accidentes graves o con daño cerebral, no se acompañan de fracturas, ni de heridas en la piel; los denominamos TCE cerrados.
            Para ser prácticos, lo que debemos hacer ante un golpe en la cabeza que consideremos importante, es evaluar las condiciones del accidentado, para lo cual tenemos una escala muy sencilla denominada Escala de Glasgow, que valora tres cosas: (A) La apertura palpebral (de ojos) si tiene los ojos abiertos es normal, y si los tiene cerrados y no los abre ni al hablarle ni cuando lo movilizan enérgicamente o le producen dolor, significa que está inconsciente (en coma), (B) El lenguaje; cuando le preguntan algo responde bien y sin problemas, está orientado, sabe que le sucedió, etc., o bien que está confuso, o peor, que solo emita sonidos o de plano no responde ni cuando lo estimulan enérgicamente o con dolor y (C) La respuesta motora, es decir obedece órdenes como: abre la boca, levanta la mano derecha, enséñame los dientes, etc. Pasando por no obedecer o que sólo retire la parte del cuerpo estimulada con dolor o que de plano no se mueva para nada.
            La calificación más alta es de 15 y la menor de 3 que es cuando está totalmente inconsciente (coma profundo) y obviamente, es muy grave. No se requiere ser médico entrenado para evaluar algo tan sencillo y si puede determinar qué tan rápido debe trasladarse al hospital.
            Siempre es conveniente que cuando sobrevengan golpes en la cabeza más o menos aparatosos (es decir que no sean solo un ”coscorrón” o un pequeño golpe en una repisa), que sean valorados en el hospital para que el médico decida la conveniencia de efectuar estudios complementarios y el tiempo de observación para cada caso. Porque hay ocasiones que un golpe de baja velocidad, pero de alto impacto, como caerse de una patineta sobre el cordón de la banqueta, que el paciente puede levantarse aparentemente bien, pero al cabo de unas horas desarrollar un coágulo intracraneal que requiere atención inmediata. Otro problema frecuente es cuando el paciente está en estado de ebriedad y se confunde la exploración por lo que debemos esperar varias horas para reexplorarlo y poder determinar las consecuencias.
            Por lo pronto, la calificación de la Escala de Glasgow en el sitio del accidente y la tranquilidad que tenga la familia para efectuar ésta fácil evaluación, se puede repetir cada 30 o 60 minutos, si es que se encuentran en un lugar alejado. Acuda con nosotros o contáctenos por medios electrónicos o telefonía para una guía completa de la Escala de Glasgow.
 *Neurocirujano. Profesor de Neurología de la Facultad de Medicina de Torreón. Neurocirujano del Hospital Universitario de la UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Manuel Cervantes Mijares, psicólogo.
 

viernes, 7 de marzo de 2014

DIRIGIR UN HOSPITAL: UNATAREA DÍFICIL


DR. ARTURO GONZÁLEZ VALDEZ*     
La dirección de un hospital debe considerarse como un puesto preferencial en el esquema general de la atención a la salud. Debe considerarse así, porque en él se llevan a cabo los requisitos para realizar una buena gerencia; planeación, investigación, proyección, evaluación, desarrollo ya que se mantiene permanentemente compitiendo con otros hospitales y consigo mismo.
En él se fomenta el más grande espíritu de humanidad y comprensión, se desarrolla la investigación, se estimulan las iniciativas para crear técnicas, se aplican parámetros de educación, se maneja personal heterogéneo, no sólo pacientes, sino familiares, visitantes, y personal al servicio de la institución. En el hospital se ventilan problemas físicos, psicológicos, morales, religiosos, comerciales, laborales, judiciales…
Tomando en cuenta lo anterior, es indispensable, que un director de hospital sea objetivo, para que tenga un adecuado aprecio de la realidad, tanto interior como exterior. Debe manifestarse con autonomía, decidiendo por sí mismo y no dejarse llevar por la opinión no sustentada de sus colaboradores; actuar con responsabilidad, tomando como marco de referencia los valores a lo que se aspira.
Quien dirige un hospital debe tener una visión amplia, que le permita una vivencia panorámica de la vida y por lo tanto de intereses variados. Debe de intuir la importancia de la trascendencia a través de lo que se hace, pero sobre todo a través de lo que se es; tomar decisiones con apoyo de su capacidad de reflexión, para que no se limite a hacer, a querer, a conocer, sino que reflexione sobre sus actos, sobre sus deseos, afectos y conocimientos. El hombre, nunca olvida su pasado, vive el presente y piensa en el futuro; recuerda el pasado para sacarle provecho con vistas al futuro y vive el presente para no dejar de hacer lo que tiene que hacer, en forma actualizada.
Es importante un buen manejo emocional para responder en forma adecuada a las incitaciones y estímulos del medio ambiente. Y tener criterio, para que lo haga, ser comprensivo con los demás, aceptando que tienen la libertad de pensar, sentir, actuar de modo diverso al propio o incluso de manera contraria.
Actuar con flexibilidad, lo que significa mente abierta al cambio, si este supone una mejora para la persona o personas que lo rodean; la persona que es flexible, está más dispuesto a escuchar que a oír.
            Debe manejarse por objetivos que plantee su vida, en función de algo que se quiere alcanzar. Superar la frustración que se presenta cuando no logra un propósito u objetivo, primero aceptando el desencanto, segundo analizando el porqué no se logró y por último, buscando nuevas formas para lograrlo.
Un director que tenga estos componentes de personalidad, podrá dirigir un hospital mejor que quien no los tenga, ya que un hospital, presenta problemas propios de tan magna responsabilidad que habrá que resolver, y lo hará de la mejor manera posible, sin embargo para aquellos que no los tienen, además de los problemas que genera el hospital, se le agregan los de las malas decisiones tomadas, o las complicaciones que lleva un problema ordinario no resuelto.
*Médico cirujano. Profesor de Propedéutica de la Facultad de Medicina de la UA de C. Jefe de evaluación de atención médica y gestión de calidad del Hospital General Universitario.
La próxima colaboración será del Dr. Mario del Valle González, neurocirujano.