sábado, 24 de enero de 2015

CÓMO PROTEGER LA PIEL DE LOS NIÑOS





DR. SAÚL GÓMEZ MARTÍNEZ*
Hace tiempo se pensaba que era beneficioso hacer actividades al aire libre y exponerse al sol. Sin embargo, información reciente ha demostrado que el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel son algunas de las enfermedades causadas por esta práctica.
Parte de la energía solar que nos alcanza en la tierra, está compuesta por rayos ultravioletas invisibles y cuando entran en la piel dañan las células y puede producir lesiones visibles como la quemadura solar. Los daños invisibles a veces son reparados por las propias células, pero no siempre es así y éstos se manifiestan después, de 20 a 30 años, o más. Las lesiones pueden aparecer como arrugas, pecas, manchas de la edad y cáncer de la piel. Este último en principio puede manifestarse como quemadura y más tarde desarrollar el melanoma, que es un cáncer de la piel que se presenta en cualquier edad.
La protección de la piel debe iniciarse desde la infancia y continuar toda la vida. Se estima que nos exponemos en un 80 % del tiempo al sol en los primeros años de vida. Para ello hay que tomar en cuenta los siguientes factores:
a)      Evitar el sol al mediodía y la resolana (hacer las actividades, al aire libre, antes de las 11:00 a.m. y después de las 17:00 hrs.)
b)      Cuando haya exposición al sol se deberá usar bloqueador.
c)       Cubrirse con camiseta, cachucha y lentes para sol.
d)      Hablar con la familia y amigos acerca de la protección contra el sol.
Los daños causados por el sol aumentan cuando este se refleja en la arena, el agua y la nieve, por eso es recomendable decirles a los niños que jueguen o se sienten en la sombra.  En el verano son suficiente 15 minutos al mediodía para asolearte.
Las características de la piel varían en el niño de acuerdo en la etapa de desarrollo en que se encuentre por lo tanto los cuidados deberán de ser diferentes. El recién nacido tiene la piel oleosa deberá bañarse diariamente con agua y jabón neutro.  En tiempo de calor hasta tres veces lo puede bañar, usando solo una vez el jabón: no es conveniente limpiar al niño con aceites, ni aplicar talcos ni lociones o cremas por que obstruyen los orificios de salida del sudor y favorecen las alergias y si hay fiebre la empeoren. Tanto en el recién nacido como en el lactante deben tenerse cuidados especiales con el área del pañal.  Debe lavarse la piel con agua tibia cada vez que el niño orine, además del cambio frecuente del pañal. El escolar y el prescolar tienden a presentar resequedad en la piel, no debe pues exagerarse el uso del jabón en ellos. El agua del baño debe ser tibia y no caliente porque desgrasa demasiado la piel y la duración debe ser de no más de 10 minutos.  Permanecer mucho tiempo en albercas cloradas también empeora la resequedad de la piel. La piel seca fácilmente presenta comezón, por lo que hay que lavar la ropa con jabón no detergente y evitar las prendas de vestir rugosos como la lana.
En el adolescente la piel se torna oleosa, las glándulas sebáceas comienzan a funcionar y aparecen los olores de la piel ofensivos y el acné.  El adolescente debe pues incrementar el uso del jabón, lavarse la cara por la mañana y la noche. Si hay indicio de acné no usar cosméticos ni cremas faciales.
Se deberá tomar en cuenta que los jabones que se anuncian como neutros no lo son y los jabones para niños no se recomiendan. Existen en el mercado substitutos del jabón hechos de concentrados de avenas, vegetales, polvos coloides y aceites hidrosolubles, todos ellos son recomendables pues no resecan la piel.
Se deben utilizar cremas o lociones bloqueadoras; hay que aplicarlo en toda la piel que no esté cubierta, incluyendo oídos y labios y evitando los párpados. Hay que aplicarla 30 minutos antes de exponerse al sol y volverla a aplicar después de nadar o sudar excesivamente.
En general, los cuidados consisten en evitar baños de sol prolongados, aplicar crema o filtro solar cuando se exponga el sol, al viento o a bajas temperaturas y usar cremas labiales.
*Pediatra. Profesor de infectología de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.

La próxima colaboración será del Dr. Evaristo Gómez Rivera, traumatólogo. 

PRESBIACUSIA

DR. JUAN GERARDO LAZO SÁENZ*
La presbiacusia es la pérdida auditiva gradual de los dos oídos; comúnmente ocurre a medida que vamos envejeciendo. Cerca de la mitad de las personas de 75 años de edad, y mayores, tienen esta forma de pérdida gradual de la audición (o sordera). Puede ser por varias causas: la degeneración gradual del tímpano o de estructuras delicadas del oído interno debido a la edad; cambios en el patrón de los nervios auditivos en el oído que llevan al cerebro; exposición repetida a sonidos, música o equipo ruidoso lo cual puede dañar las células pilosas frágiles dentro del oído interno involucrado en la audición; Influencias genéticas o hereditarias. Los factores que disminuyen la eficiencia auditiva ligada al envejecimiento es producida por el deterioro del sistema auditivo y de los sistemas de integración cerebral.
La presbiacusia, es bilateral y simétrica (ambos oídos por igual). El síntoma siempre es una disminución de la capacidad auditiva. El paciente suele notar que oye, pero no entiende, sobre todo en ambientes con ruido. La pérdida de audición puede acompañarse de otros síntomas, como cuando el paciente presenta un pitido (acúfeno o tínitus); al oír un ruido, el paciente cree que oye bien, pero el pitido no le deja. La pérdida de audición típicamente se concentra en las frecuencias más agudas, aparece una disminución de la capacidad de diferenciar sonidos y de entender el lenguaje.
Para el diagnóstico, la historia clínica nos informará del tiempo de la pérdida de audición (ya sea súbita o  progresiva), de su intensidad y de si hay síntomas acompañantes (pitidos, sensación de oído lleno) o si hay antecedentes de exposición a sustancias o ruidos que puedan causarla. La audiometría es la prueba básica, que nos permite medir la pérdida de audición real y la capacidad auditiva del oído interno.
En cuanto a el tratamiento médico para recuperar la pérdida auditiva en la presbiacusia no existe. El principal tratamiento es la adaptación de una prótesis auditiva o audífono. Un audífono es un aparato que, consta de un micrófono y un altavoz. Para que la adaptación del audífono sea satisfactoria hay un factor que es crucial y es hacerlo de manera precoz. Adaptar un audífono requiere un proceso de aprendizaje: hay que aprender a ponerse el aparato, a encenderlo y apagarlo, cambiar la pila y limpiarlo, entre otras cosas. Cuanto más joven sea el paciente, mejor es la adaptación. Casi todas las adaptaciones en gente joven resultan satisfactorias. Cuanto mayor sea el paciente, más complicado le resulta el proceso de aprendizaje y mayor es la pérdida auditiva lo que dificulta la adaptación. Cada adaptación es un proceso individual a la medida del paciente y debe ser realizado por especialistas, para mejorar al máximo las posibilidades de éxito. Sin embargo, hay una serie de recomendaciones generales. Normalmente se trata de pacientes de más de 65 años cuya familia empieza a detectar problemas, que el paciente suele justificar o directamente negar, retrasando la adaptación del audífono. La primera dificultad es que acepte la situación y reconozca la necesidad de adaptarse; la segunda es asesorarle correctamente para que el audífono que elija sea el más adecuado, pues a veces compran el más pequeño que, además de ser el más caro es el menos potente y el más difícil de usar; casi siempre es necesario una adaptación bilateral. Recordemos que la presbiacusia es bilateral y simétrica. La audición por los dos oídos, es necesaria para la localización del sonido y la inteligibilidad (capacidad de entender el lenguaje).

*Otorrinolaringólogo. Profesor de otorrinolaringología de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Saúl Gómez Martínez, pediatra. 

LA IMPORTANCIA DE LA VACUNAS



DRA. ALMA HERNÁNDEZ GALINDO*
Las vacunas son la herramienta fundamental de la Salud Pública para obtener beneficios individuales y comunitarios, que incluyen a todos los grupos de edad.  Generalmente los niños son la población con mayor acercamiento a las inmunizaciones, pero el adulto mayor también requiere un esquema de vacunación que proporcione la inmunidad que el anciano necesita.
A medida que el ser humano envejece, el sistema inmune también envejece. El envejecimiento es un proceso dinámico, continuo e irreversible, que incrementa la posibilidad de desarrollar infecciones, condición conocida como inmunosenescencia. Si a esta situación se le agrega que el anciano padece enfermedades crónicas, disminuye su peso corporal, incrementa la debilidad y la falta de movimiento, presenta una mala nutrición, disminuye su resistencia física y mental, toma medicamentos de forma permanente; se incrementa el riesgo de desarrollar complicaciones que incluso puede desencadenar la muerte.
El sistema de salud mexicano, reconocido a nivel mundial en materia de inmunizaciones, cuenta con un esquema de vacunación dirigido exclusivamente a la población geriátrica, el cual incluye  la vacuna antigripal o también conocida como antiinfluenza, la vacuna antineumocócica y el toxoide tetánico.
El virus de la influenza o también llamado virus de la gripe es el responsable de un gran número casos de enfermedades de las vías respiratorias entre la población anciana. Produce síntomas como: fiebre, dolor de cabeza, dolor de músculos, tos, escurrimiento y congestión nasal. Puede ser un proceso grave en los adultos mayores con patologías cardiacas, respiratorias o metabólicas. Asimismo, puede anteceder a una complicación bacteriana como la neumonía.
La vacunación antigripal en personas mayores de 60 años, siempre que no haya una contraindicación, es una medida recomendada dada la eficacia, seguridad y tolerabilidad de esta vacuna. Los virus causantes de la gripe mutan muy rápidamente, por eso cada año se fabrica una versión nueva de la vacuna, de ahí que la vacunación contra la influenza deba realizarse cada año.
La segunda vacuna del esquema, es la vacuna antitetánica; la cual brinda protección contra el tétanos. Enfermedad extremadamente grave, con altas tasas de mortalidad, pero infrecuente en países desarrollados. Desafortunadamente los casos que hoy en día se presentan se observan en población anciana y son debidos a la falta de revacunación cada 10 años. Debido a esto, es sumamente importante investigar  la situación vacunal del adulto mayor y  revacunar en los casos que lo ameriten, sobre todo en área rural.  
La vacuna antineumocócica protege contra una bacteria llamada  neumococo, causante de un importante número de infecciones como la  neumonía.  El neumococo tiene diferentes presentaciones o serotipos, se calcula que existen más de 100 diferentes. La vacuna protege contra veintitrés serotipos, pero son los que producen complicaciones más graves. La administración de la vacuna en los mayores de 60 años, consiste en aplicar una dosis y un refuerzo cada 5 años.
Los adultos mayores que sin excepción deben vacunarse contra influenza y neumococo son los que padezcan diabetes mellitus, hipertensión arterial, tabaquismo, alcoholismo, enfermedades pulmonares, angina de pecho, insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal, insuficiencia hepática, cirrosis, lupus, artritis reumatoide, psoriasis, cáncer, VIH-SIDA, trasplante de órgano, en tratamiento con radiación, quimioterapia, que hubieran estado recientemente en hospital o que vivan en una casa hogar o asilo.
Aunque existen muchos mitos sobre los riesgos de la vacunación, es mayor la posibilidad de padecer la enfermedad que el riesgo de que la vacuna produzca una reacción indeseable.
*Epidemióloga, imparte el Taller de enfermedades emergentes y reemergentes, en la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Juan Gerardo Lazo Sáenz, otorrinolaringólogo.


SANGRADO UTERINO ANORMAL



DR. GERARDO PÉREZ ROJAS*
En la actualidad, las ciencias médicas nos exigen mayor integridad de diagnósticos. Así mejoramos la capacidad de resolución de los problemas de salud. En este contexto, y tomando en cuenta a la mujer como eje de la sociedad, debemos ser particularmente cautelosos y concretos del diagnóstico que otorguemos a la paciente; sobre todo para que su actividad física y desenvolvimiento social y familiar siga siendo óptimo.
Uno de los problemas que con mayor frecuencia enfrenta la mujer es el sangrado uterino anormal, es decir, aquellas mujeres que sufren de ciclos menstruales irregulares y hasta, en ocasiones, hemorrágicos, situación que implica modificar hábitos y costumbres, desde lo social hasta lo sexual. Dentro de las causas más comunes se encuentra la miomatosis uterina (conocido también como fibromas), que se define como la presencia de tumores benignos en la superficie del útero (o matriz) que originan dolor, sangrados, estreñimiento, anemia, molestias urinarias entre otras. El diagnóstico se establece principalmente por ultrasonido, este estudio es rápido y de bajo costo, y nos señala de manera efectiva la ubicación y tamaño de los miomas. En los factores de riesgo tenemos a la edad, mujeres mayores de los 35 años tienden a presentarlos, obesidad, antecedentes herodofamiliares y ausencia de embarazos. La paciente acude a consulta principalmente por referir ciclos menstruales irregulares y con aumento del sangrado, en días y cantidad y es capacidad del médico detectar la causa.
¿Cómo tratar a una paciente con miomatosis? El tratamiento depende principalmente de la ubicación y tamaño de los miomas y los deseos de reproducción. Cuándo los miomas son pequeños y no ocupan el interior del útero, es decir, no involucran el endometrio, el manejo puede ser médico y no quirúrgico. Se conserva el útero y solamente se vigila. Cuando las circunstancias son otras, habrá que valorar los deseos de reproducción de la paciente, ya que si desea embarazarse y los miomas lo imposibilitan, se evaluará la posibilidad de quitar sólo los miomas. En el otro extremo, hablando de las pacientes en las que  su paridad ya ha sido satisfecha y presentan miomas y sangrados de difícil control, la histerectomía es la alternativa definitiva al problema. En la actualidad se puede extirpar la matriz por vía laparoscópica (por pequeños orificios abdominales), lo que ofrece una recuperación muchísimo más rápida y menos dolorosa de la mujer, este procedimiento realizado por supuesto por manos expertas y equipo adecuado. De otra forma, la histerectomía convencional, ya sea vía abdominal o vaginal es la opción, aunque conlleva mayor tiempo de recuperación y el consiguiente dolor, a final de cuentas la intención es tener mujeres sanas y productivas, para bienestar propio y de su familia.
Siempre hay que recordar que si se presentan ciclos anormales de menstruación, dolor pélvico o esterilidad, no duden en recibir consulta y orientación, puede tratarse de miomatosis uterina, si no es así, quizá solo sea un desajuste hormonal. Cualquiera que sea el caso debe de resolverse con la mejor alternativa para la paciente, debemos de señalar que la mayoría de los casos se podrá solucionar con medicamentos, que van desde sustancias para cohibir la hemorragia hasta medicamentos hormonales. No sobra decir que es fundamental la evaluación individual de la paciente.
*Ginecobstetra. Profesor de ginecología de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.

La próxima colaboración será de la Dra. Alma Hernández, epidemióloga.

sábado, 3 de enero de 2015

LA MEDICINA MEXICANA EN LA ÉPOCA VIRREINAL (Última de dos partes)



DR. EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA*
La competencia profesional y la práctica ilegal de la medicina tuvo una excesiva regulación y vigilancia del Protomedicato que forzaba a algunos médicos a emigrar a las provincias en donde tenían que competir con curanderos y charlatanes. Así lo indica una comunicación al Protomedicato que data de septiembre 21 de 1804: “Son muy pocos para un reino tan vasto, más la caterva de intrusos y curanderos les ponen en tan mala opinión con sus descabellados pronósticos, que muy pronto tienen que abandonar”. De esta forma el curandero y el charlatán no sólo eran aceptados por la sociedad, sino que en ocasiones llegaron a ser los más favorecidos, porque compartían la mentalidad que concibe la enfermedad en el marco de la magia y la religión, y no bajo la perspectiva de la ciencia. En la mentalidad popular el médico representaba la viva imagen de la sabiduría, pero, ante el acoso de la enfermedad, acudía a quien le ofrecía seguridad de que todo saldría bien y en última instancia, el asunto quedaría siempre en manos de Dios.
Opiniones nada favorables eran las que expresaba el embajador Poinsett (1822) al salir de Veracruz rumbo a México: “Todos estuvieron de acuerdo en calificar de inseguros los caminos, de modo que vamos a viajar con la dignidad que confiere el peligro. Debo confesar, sin embargo, que prefiero caer en manos de los bandidos que dar en las de un médico mexicano”.
Si consideramos los sucesos desde el punto de vista del médico obligado por juramento a: “curar y asistir de limosna a los pobres sin ningún estipendio”, se comprenderá que era muy reñida la competencia por atender a la clientela rica que constituía el mercado más codiciado.
Existía una legislación muy precisa que establecía las multas y penas que sufrirían los falsos médicos, pero su aplicación era sumamente difícil. Las multas raramente se cobraban, pues recaían en personas por lo general insolventes. Cuando el curandero o charlatán ejercía en lugares desprovistos de médicos legítimos, los mismos vecinos pedían tolerancia, ante la necesidad de contar, al menos, con este consuelo. Las denuncias provenían generalmente de poblaciones en donde ejercía algún médico, cirujano o boticario aprobado, y eran éstos los que —viendo afectados sus intereses— hacían la denuncia y pedían la persecución del delincuente.
También los farmacéuticos incursionaban en el terreno de la práctica médica; un testimonio de la época señala: “Comúnmente las boticas quedan en manos de jóvenes incautos, que sólo conocen los rótulos y el lugar que ocupan las vasijas, mientras los boticarios salen a visitar enfermos, esto es, a desfigurar las enfermedades, a destruir las naturalezas para que el médico venga después a repararlas”. También eran frecuentes los casos en que médico y farmacéutico establecían una “iguala”, mediante la cual recibía recompensa por enviar todos los pacientes a que surtieran recetas en una botica determinada.
La ética siempre ha sido una noción flexible, cambiante, con un fuerte gusto a economía. Un médico de la ciudad de México elevaba una queja al ayuntamiento denunciando que: “Es de toda necesidad, el que los cirujanos cumplan con las atribuciones de su profesión y que no se entrometan a curar lo que no entienden, porque son unos destructores de la naturaleza humana, peores mil veces que la peste más asoladora”.
La artificial separación de la medicina y la cirugía resultaba negativa para el desarrollo de la ciencia médica. Los cirujanos que atendían partos, por ejemplo, se hallaban impedidos para administrar medicamentos a la parturienta; los médicos, por su parte, no consideraban digno de su posición ocuparse de estas operaciones reservadas a los cirujanos a quienes consideraban inferiores en preparación y jerarquía social.
Dice un informe al virrey Iturrigaray en septiembre de1804: “La división de la medicina y la cirugía no ha acarreado otra cosa, que una inmensa rivalidad entre médicos y cirujanos”. En 1822 un texto anónimo titulado El amigo de los médicos expone la necesidad de unificación: “Por ser incalculables los desaciertos que en este arte…comete la crasa ignorancia”. Con la fundación de la Real Escuela de Cirugía en 1770 comenzó a cerrarse la brecha entre médicos y cirujanos. Los primeros frutos de esa revolución en la recién nacida república mexicana fueron que la medicina se unificó con la cirugía, desapareció el Protomedicato y la real y pontificia la universidad de México fue clausurada.
La Guerra de Independencia coincidió con el nacimiento de la moderna ciencia médica en Europa, concretamente la anatomía patológica a la que dieron vida Virchow y otros notables médicos, con una sencilla pregunta: “¿Dónde le duele?”; es decir que la enfermedad quedó anclada a una parte del cuerpo y esto, que hoy nos parece tan obvio, fue una revolución de enormes proporciones.
*Traumatólogo. Profesor de ortopedia de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.

La próxima colaboración será de la Dr. Gerardo Pérez Rojas, ginecólogo.

LA MEDICINA MEXICANA EN LA ÉPOCA VIRREINAL (Primera de dos partes)



 DR. EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA* 
Por disposición del Real Protomedicato de la Nueva España (1628-1831) el arte de curar estuvo organizado según reglas y jerarquías muy estrictas. Así, el médico diagnosticaba las enfermedades y recetaba los medicamentos. El médico ocupaba el lugar más alto en la escala social y gozaba de especiales privilegios, que aunque simbólicos eran importantes: uso de toga y gorro, mula con gualdrapa y bastón. Recibían las más altas consideraciones de la sociedad y por supuesto acaparaban a la clientela con mayores recursos económicos. Se exigía  que los médicos tuvieran pureza de sangre, por lo que para titularse era requisito probar que no estaba contaminado con sangre negra, morisca o hebrea, ni manchado el linaje con adjetivos como: ilegitimo, bastardo, espurio, incestuoso, adulterino; testimonios de la época los describen como un arrogante que habla con un lenguaje misterioso y escribe las recetas en latín.
El Real Protomedicato era tan estricto que detallaba sus mandatos hasta en los más ínfimos detalles; esto se convirtió en obstáculo franco para la innovación y progreso de la medicina en la nueva España. La Real y Pontificia Universidad de México también contribuyó al notable deterioro de la enseñanza y práctica de la ciencia bajo la estricta vigilancia de la Santa Inquisición.
El grupo  médico estaba encabezado por los cirujanos latinos, llamados así para distinguirlos de los cirujanos romancistas que no conocían el latín y un rasgo de su inferioridad era que practicaban el “arte obstétrico”, comúnmente despreciada por los cirujanos latinos. Ambas categorías estaban habilitadas para curar heridas, componer huesos, curar hernias, aplicar sangrías, poner ventosas y vejigatorios, abrir fuentes y extraer dientes. Trabajos que para los médicos, eran denigrantes e indignos de su categoría
En una escala hacía abajo estaban los flebotomianos; luego los barberos y enseguida los dentistas, los compone huesos, los hernistas, los oculistas y las parteras, todas estas variedades quirúrgicas se aprendían sobre la marcha sin asistir nunca a la universidad y sin reconocimiento formal.
Por disposición del rey Felipe lll se fundó el Real Colegio de cirugía (1768) para hacer disecciones a los cadáveres de los indios muertos por las tantas epidemias. El colegio dependía directamente del rey y quedaba fuera del alcance de la universidad y del protomedicato, esta acción molestó enormemente a las autoridades novohispanas y aumentó los celos profesionales entre médicos y cirujanos.
El boticario preparaba y vendía los medicamentos. Un médico de la época se lamentaba de los boticarios: “toda la indicación que se proponen satisfacer es que no se pierda el marchante”. Fernández de Lizardi (autor del libro el Periquillo sarniento) anotaba: “el tiempo de la peste es el tiempo de la bonanza de esas tiendas odiosas: la receta que se despacha por cuatro reales en días de sanidad, en los de enfermedad no se da por seis”. Los mayores competidores de los boticarios fueron los hierberos que en plazas y mercados vendían plantas y otras sustancias populares, que aunque extendidas, no eran lo que los médicos recetaban.
Para darse cuenta de las precarias condiciones sanitarias en que vivía gran parte de la población basta leer los relatos de viajeros como los del célebre embajador Joel R Poinsett: “Frente a los templos y en sus cercanías, vimos un número extraordinario de mendigos, que abiertamente enseñaban sus asquerosas llagas y deformidades, para despertar nuestra compasión. Observé a uno de ellos, envuelto en una gran sábana blanca, el cual tan luego como se dio cuenta de que me había llamado la atención, vino hacia mí y desplegando su abrigo enseñó su persona enteramente desnuda y cubierta de úlceras de la cabeza hasta los talones…No hay ciudad italiana que contenga igual número de mendigos miserables, ni ciudad en el mundo en donde haya tantos ciegos. Esto, a mi juicio, se debe atribuir a la exposición constante a la intemperie, a la penuria y al uso excesivo de aguardiente”.
Las condiciones de salud en la Nueva España mostraban un panorama desolador, el aislamiento impuesto por el reino a la colonia había sido bastante efectivo. Lo más sobresaliente de la medicina en la época colonial fue el ejercicio profesional escrutado y regulado por el estado, la concentración de médicos en las ciudades y su escasez en el campo, la discriminación y desprecio social hacia las castas, el florecimiento del curanderismo y la charlatanería y por último, un dato curioso: la reiterada negativa a dar consulta a domicilio sobre todo por las noches.
*Traumatólogo. Profesor de ortopedia de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.

El próximo sábado el Dr. Evaristo Gómez Rivera continuará con el mismo tema.