lunes, 9 de junio de 2014

DIABETES MELLITUS EN MÉXICO


DR. RUBÉN DARÍO GALVÁN ZERMEÑO* 
El Siglo de Torrén

La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónico degenerativas de mayor impacto en la salud de la población mexicana, quienes la padecen, la consideran solo como glucosa elevada en sangre y no son conscientes de los riesgos adicionales de padecerla y menos aún de la importancia de su control. Esta enfermedad puede cursar con mínimos síntomas y signos, excepto en casos de complicaciones agudas reconocidas, como el coma diabético, donde existe un severo aumento o disminución de los valores de glucosa, por lo que se da un riesgo potencial de secuelas o alta mortalidad.
Las más recientes encuestas nacionales de salud, emprendidas por el gobierno federal, son el referente de su frecuencia, grado de control y complicaciones, aproximadamente 15 % de la población adulta mexicana la padece. Además, la mitad de los diagnosticados están en la etapa productiva entre 20 y 69 años de edad. Lo alarmante es que aun sabiéndose diabéticos y con acceso a servicios públicos de salud, solo el 25 % de los diabéticos están bajo control. En un análisis de este escalofriante dato pueden concurrir varios factores. Los ligados al paciente, como la negativa para reconocer que se padece la enfermedad, y la negativa a los cambios dietéticos y de actividad física propuestos, otra es el pobre apego al tratamiento. También existen factores atribuibles al equipo de salud como pobre capacitación para la atención, tiempo dedicado a educación del paciente y resolución de dudas y mitos. Asimismo factores socioeconómicos, entre los que están el incumplimiento de los sistemas públicos de salud en surtimiento de medicamentos y atención preventiva oportuna.
Al momento del diagnóstico el diabético tiene ya más de 5 años con cambios subclínicos de la enfermedad. En orden de frecuencia e importancia las complicaciones más graves son: enfermedad isquémica del corazón y riesgo de padecer enfermedad vascular cerebral, riesgo que se triplica; la insuficiencia renal crónica, que culmina en enfermedad renal terminal y tratamiento sustitutivo de la misma por diálisis peritoneal o hemodiálisis; neuropatía periférica, que afecta la sensibilidad de los pacientes y su capacidad de movimiento, propicia lesiones cutáneas por presión y roce que no se perciben y culminan en amputaciones, a eso se suma la afección incapacitante de la función visual por catarata, glaucoma o retinopatía.
Concluimos que diagnosticar a un paciente con diabetes mellitus no es colocar una lápida sobre él, existen suficientes evidencias de que el buen control de la enfermedad (del cual estamos muy lejanos al estar en ese rango solo 25 % de los diabéticos conocidos) impacta favorablemente en la prolongación de la vida, libre de complicaciones graves y secuelas. A mayor tiempo aplicado a la educación de los diabéticos mejor será la aceptación de la enfermedad y los cambios propuestos a la alimentación, actividad física y apego a tratamiento indicado. La capacitación continua de los profesionales de la salud y su disponibilidad hacia los pacientes cambiarán ese panorama ahora sombrío.
*Especialista en Medicina Interna, Profesor de Propedéutica de la Clínica y Jefe de Posgrado y Acreditación de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Evaristo Gómez Rivera, traumatólogo.