El Siglo de Torreòn aquì
Los
que pasamos de los 40 años de edad recodaremos que sólo en fiestas consumíamos
refrescos. Actualmente es una costumbre, de otro modo muchos manifiestan que la
comida “no les saben”.
Un
refresco de 2.5 litros puede contener un cuarto de kilo de azúcar. Algunas personas
se preguntan por qué suben de peso si no comen mucho, pero, bebiendo también se
engorda. Al ingerir un refresco frío no percibimos la cantidad de azúcar que contiene
pero al tomarlos al tiempo el paladar sí percibe cuán dulce es.
Por
el daño a la salud, en Estados Unidos, los senadores han propuesto un control
en la venta de refrescos, ya que una lata de éste puede proporcionar casi el 10
por ciento de las calorías que requiere un niño. El colmo es cuando a las criaturas
también se los da en biberón.
Otro
factor perjudicial para la salud, especialmente en niños, son los colorantes
artificiales que contienen los refrescos y que son sustancias que se extraen de
la brea de hulla: carbón de piedra que resulta de destilación de maderas
resinosas, carbones, petróleo, pizarras y otros materiales vegetales y
minerales. Es un líquido, viscoso, oscuro y fuerte olor que tiene distintas
aplicaciones industriales. En los países nórdicos los colorantes artificiales
no se utilizan, mientras que en Europa, Estados Unidos y América Latina varía
mucho la normatividad para su uso alimentario. Muchos de los colorantes artificiales
contienen ínfimas cantidades de metales pesados como: cadmio, plomo, arsénico,
mercurio debido a que proceden de sustancias geológicas. Por ello, cada país
debe velar por hacer cumplir las normativas de seguridad o no permitir su uso
en la alimentación.
Estudios
demuestran que los colorantes artificiales causan alergias, daño en el DNA,
posible inicio de cánceres y, en combinación con conservantes como el benzoato
de sodio, generan trastornos del comportamiento en niños; las mamás se quejan
de que sus hijos están inquietos sin saber que ellas mismas pudieran estar
generando esas conductas. Lo anterior, tanto en cantidad de azúcar como en
colorantes, es aplicable a los “juguitos” que dan los padres a sus hijos. Por
otro lado, el gasto que genera consumiendo un refresco de 2.5 litros al día,
representa casi 500 pesos mensuales que podrían utilizarse para comprar
alimentos de calidad nutricional como amaranto, almendras, nueces o pistaches
que sí son atractivos para los pequeños como colación a la hora del recreo.
Habrá
que volver a la cultura de tomar sólo agua en las comidas y dejar los refrescos
como algo ocasional. Esto se logra de manera paulatina porque un hábito se
adquiere poco a poco. Hay que recordar que el agua es el alimento más
importante de todos, pues nuestro cuerpo está compuesto en un 70 por ciento de
agua.
*Pedíatra. Profesor de Pediatría de la
Facultad de Medicina de Torreón U.A. de C.
La próxima colaboración será de la Dra. Elsa Margarita Zúñiga Galicia, histopatóloga