sábado, 25 de enero de 2014

LA TRINIDAD BIOLÓGICA. REFLEXIONES SOBRE LA VEJEZ. (2ª. y última parte)

 
DR. EVARISTO JAVIER GÒMEZ RIVERA*
Tres juventudes tiene la vida: física, intelectual y espiritual. Reflexionando sobre la espiritual, comprobamos que cuando envejecemos intelectualmente, todavía podemos saborear una tercera juventud espiritual. Cuando interiorizados no necesitamos los sentidos al 100 % para percibir en plenitud lo que queremos. Durante esta etapa la luz procede de adentro.
El hombre comienza mirando lo externo: la corteza, la forma, la anatomía y termina concentrado en lo interno: sentimientos, pasiones; la introspección. Como los pintores que en etapas finales pincelan su propio drama, se inician pintando cosas reales y terminan proyectando el alma desgarrada de la humanidad. Sobran ejemplos de artistas: Miguel Ángel, Goya, Goethe, Voltaire, Verdi, Stravinski.
Picasso, inició su arte con perfiles ajustados al hombre de verdad: maternidad, mendigos, guitarristas. Se desbordó luego, en el famoso cuadro del bombardeo de “Guernica”, destilando amargura universal; Picasso a medida que envejece, a los 80 años, es más Picasso, desvanece la anatomía porque sustituye la luz natural por la propia.
Tiziano pinto dos coronas de espinas, una a los 50 años y otra a los 95, la segunda carece de detalles y matices, todo es subjetivo, generoso y ampliamente confuso, la respuesta es fácil: el artista estaba casi ciego a los 95, pero siendo perspicaces, vemos como Tiziano concentró en la cara de Cristo pinceladas para impresionar, mezcla de dolor y grandeza que nada tienen que ver con los coloridos matices definidos y precisos, con las suaves y agradables líneas de la primera versión.
Este ciclo antropológico lo encontramos una y otra vez en la obra de los genios y en menor escala en todos los hombres, por eso es necesario hacer conciencia de la tercera juventud y si he puesto como ejemplo a hombres geniales, es porque a gran aumento se aprecia lo que trato de demostrar.
Es el momento de crear conciencia de la tercera juventud que se manifiesta más allá de los 70, urge hacerlo, ¿por qué? porque vemos que la sociedad cada día rechaza más a quienes considera viejos y así en aislamiento se sienten inútiles, insociables y más viejos de lo que en realidad son.
El anciano se siente viejo porque percibe en carne viva la involución de la fuerza física y el hundimiento del nivel intelectual, necesita lentes, no oye y para colmo, casi no recuerda nada. Ignora que esas declinaciones no presuponen envejecimiento; que todavía le queda una tercera vida puesto que no todo termina con lo físico y lo intelectual. Quedan aún por cosechar frutos sabrosos de la vida interior, son viejos para ciertas cosas, pero no para todas. No pretendan agarrar el cielo con las manos, ni desplegar esfuerzos que no se poseen: placidez interior y sobretodo autorrealización iluminada desde adentro; fusión interior, replegarse en sí mismo, introspección.
Que cada lector pase de las octavas de los genios a las octavas de su humilde condición, para comprobar que es el mismo proceso, aunque en tono menor. Nacemos muchas veces y morimos una. Nacemos a la vida adolescente, nacemos a la vida madura, y volvemos a nacer a la vida espiritual de los 70, 80, 90…100, tal vez.
Mientras peregrinamos por el camino, nada de Jeremías; o seguimos adelante con la cabeza enhiesta, o nos retiramos prudentemente en su momento: ni un minuto antes, ni un minuto después. Ni tragedias ni lastimas.
*Traumatólogo. Profesor de ortopedia en la Facultad de Medicina, Torreón, UA de CLa próxima colaboración será del Dr. Juan Gerardo Lazo Sáenz, otorrinolaringólogo.