El Siglo de Torreón
DR,
FERNANDO SÁNCHEZ NAJERA*
Cuál
fue la enfermedad psiquiátrica del copiloto alemán Andreas Lubitz, que el 24 de
marzo precipitó, deliberadamente, un avión con 149 personas a
bordo, contra los Alpes franceses, ¿un estado depresivo mayor o un trastorno de
narcisismo maligno? Se dijo que Lubitz padecía depresión y entre sus documentos
se encontró una baja para laborar debido a que el grado del malestar era
incapacitante. Los expertos psicoterapeutas y psiquiatras europeos hablaron de
un suicidio ampliado, pero se descartó, pues esto se hace con personas con las
que se tiene una liga afectiva y los pasajeros eran desconocidos para Lubitz.
De
acuerdo a la OMS, al año se reportan aproximadamente 800,000 suicidios. En el
área de la salud mental sabemos que son actos preferentemente de una sola persona.
El suicidio compartido es de común acuerdo con alguien que se quiere; en el
suicidio ampliado hay lazos familiares o afectivos y se busca que los seres
queridos no se queden en el mundo para evitar su sufrimiento; en el suicidio
colectivo el conglomerado comparte ideales sobrevalorados cuasi psicóticos.
Otros
expertos como el psiquiatra, originario de Murcia, Fco. Toledo señalaron que el
caso no era depresión sino que se trataba de un trastorno por narcisismo maligno
tal y como lo describe el psiquiatra Otto Kernberg que también dijo: “No hay
razón para esperar que un paciente confíe en su terapeuta, más el terapeuta sí
debe esperar que el paciente esté dispuesto a comunicar honestamente algo de sí
mismo sin importar como se siente respecto al terapeuta“. Es claro que Lubitz
nunca confió a nadie el crimen que planeaba (por lo cual se perdió la
posibilidad de prevenirlo).
Lubitz,
antes de terminar su carrera fue sobrecargo en la misma aerolínea. Desde el
inicio de su contrato se le hicieron múltiples entrevistas y pruebas
psicométricas que revelaban el diagnóstico y tratamiento de la depresión. Por
lo cual no hay duda de que existía malestar por depresión mayor, no del tipo en
él que la persona se queda postrada en cama día tras día, pero sí como
acompañante de ciertos trastornos o rasgos de la personalidad como la border line, que también conlleva rasgos
sociopáticos. Un rasgo común de la depresión con personalidad narcisopata es la
necesidad de evaluar la ganancia secundaria de la conducta suicida: “lo que
lleva a la valoración del suicidio como un estilo de vida”. Lubitz había
mencionado: “Un día haré algo que cambiará todo el sistema todos conocerán mi
nombre y me recordarán”. En el
narcisismo maligno hay también rasgos inmaduros o limítrofes, con una
estructura de personalidad predominantemente narcisista. A sus 28 años podemos
decir que Lubitz era exitoso, pero el creía merecer más (sin capacidad de
espera y con baja tolerancia a la frustración) y consideraba que le habían
hecho cosas terribles en la vida, por lo tanto su acto estaba justificado. Esto
le impide percibir el daño que le infligiría a personas inocentes, así lo supimos
por la caja negra, donde se oye que fue sordo a las órdenes del piloto de
liberar la puerta.
Erich
Fromm en su libro el Psicoanálisis de la
Sociedad Contemporánea y en el libro El
Corazón del Hombre señala que la angustia existencial, que todo ser humano llega
a experimentar, se resuelve cuando la persona encuentra la razón de su
existencia y que la persona que desvía el camino de la trascendencia creativa
llega a resolverla de manera negativa en un afán de trascender más allá de la
vida, es decir, sí no puedo trascender de forma productiva y creativa lo hace
de destruyendo. E. Fromm define a estos seres como personas de carácter
necrofílico.
Es
importante agregar que el narcisismo maligno es un padecimiento tan poco
frecuente que no tiene descripción como tal en el DSM-V, no así cada uno de los
trastornos que lo componen.
En
general, estos trastornos de la salud mental ameritan atención y tratamiento específico
y persistente a través de psicoterapia y farmacoterapia.
*Psiquiatra. Profesor de
psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UA de C.
La próxima colaboración será
del Dr. Evaristo Gómez Rivera, traumatólogo.