DR.
EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA*
¿Por
qué se necesitan dos para formar un tercero? ¿Por qué hay dos sexos y no más? La
dualidad está presente y es difícil justificar el porqué. Tratemos de imaginar
el origen de la vida, cuando después del caos y la anarquía sucedieron los
cambios organizados, que dieron por resultado a la especie humana.
Los
humanos somos un conjunto de individuos que intercambian genes de manera
organizada, por medio de la sexualidad. Así, el sexo es la búsqueda del otro,
del diferente, pero no mucho; ni demasiado cerca ni demasiado lejos.
El
hombre bien pudo ser hermafrodita pues en el principio estaban solo los andróginos.
Adán fue creado macho y hembra, pero: “No es bueno que Adán este solo” dijo
Dios y el nacimiento de Eva trajo consigo la dualidad, hizo que Adán
descubriera lo masculino y su imperfección.
Sin
embargo, la vida no necesita de la sexualidad, la vida, en muchos seres, se
reproduce sin sexo, pero entonces, ¿cuál es la diferencia entre sexo y
reproducción? ¿Para qué el sexo? La reproducción asexuada es hacer copias de un
modelo, como es el caso de los microbios que se multiplican por dos y en poco
tiempo y en condiciones favorables habrá billones; el proceso es muy simple: A
se divide en A’ y A’’ y así sucesivamente; de esa forma hay cadenas de vida ininterrumpida
desde hace millones de años, gracias a la duplicación. En los organismos sin
sexo el mensaje genético es copiado en forma exacta y así los linajes se
perpetúan de generación en generación, los cambios se dan por escasas errores
de copiado (mutaciones) y así nos explicamos las pocas diferencias entre los
microbios actuales y los de hace millones de años, resultado: La evolución es
muy lenta.
En
los organismos sexuados funciona al revés, se comienza con la división de
cromosomas de tal forma que cada hijo tiene medio mensaje genético que al
juntarse con otra mitad, nace un nuevo plan de vida con variedades
prácticamente ilimitadas; yo diría que la sexualidad es una máquina de hacer
diferencias, resultado: La evolución acelera su ritmo.
Hay
un franco predomino de especies sexuadas sobre las asexuadas, la naturaleza
prefiere el sexo, el 95 % de la vida se produce así, el otro pequeño porcentaje
se reproduce a partir de huevos no fecundados y solo tienen hembras. ¿Por qué
ese predominio? La sobrevivencia es producto de algunas ventajas frente a los
linajes que se apagan; la principal ventaja de las especies asexuadas es el
menor costo energético y mayor autonomía porque no necesitan al “otro” frente a
los sexuados donde la seducción y la copulación son un verdadero derroche de
energía y el necesario concurso del “otro”. ¿Cómo es el encuentro con el otro?:
Si hay un campo donde la madre naturaleza es imaginativa es en el campo del
sexo, las estrategias son infinitas y todo se vale; en el agua el encuentro es
relativamente fácil, los óvulos liberados atraen a los espermatozoides, unos
los depositan dentro de una ostra en espera de ser fecundados, otros esparcen
esperma sobre los óvulos y más variedades de encuentros; fuera del agua todo se
complica y hasta resulta peligroso porque los machos para fecundar a la hembra
tienen un órgano especial y para el encuentro su conducta nos deja pensativos y
perplejos por ejemplo: los lobos son castos y en el grupo solo una pareja se
reproduce, la cola y la cabeza erguida del líder inhibe la actividad sexual de
los otros; hay especies donde las hembras no están de acuerdo y el aparearse
resulta muy violento, semejante descortesía la vemos en orangutanes y focas.
La
reflexión nos lleva a decir que nacer, crecer, reproducirse y morir es la
consigna de la reproducción sexual, la muerte sirve para evolucionar, los
nuevos seres difundirán sus combinaciones sólo si los antiguos dejan el lugar,
entendamos que la muerte es necesaria para evolucionar y evolución es perfeccionamiento
hacia planos superiores y complejos.
*Traumatólogo.
Profesor de ortopedia de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La
próxima colaboración será del Dr. Adalberto Mena Caldera, psiquiatra.