DR. HUMBERTO SAAVEDRA VIVAR*
El Siglo de Torreòn
La
adolescencia es un periodo de transición, el cual se define según la
organización mundial de la salud, como adolescencia temprana de los 14 a los 16
años y a partir de los 16 a los 18 años como adolescencia tardía. Esta etapa
conlleva una serie de cambios físicos, psicológicos y de comportamiento que
generalmente se manifiestan como oposición a las normas sociales establecidas y
en general el cuestionamiento y confrontación del “mundo adulto”.
Los adolescentes pueden enfrentar problemas no
previstos; uno de ellos es el embarazo no programado. Existen factores de riesgo,
particularmente en el ámbito social y en un entorno no óptimo, para que los
adolescentes no tengan una vida feliz y por eso son más susceptibles de quedar
embarazadas, incluso algunas que se encuentran en un ambiente familiar no
propicio, adoptan el embarazo como un mecanismo de defensa, una válvula de
escape que, muchas de las ocasiones, en lugar de mejorar la situación la vuelven
más hostil, lo que se traduce en problemas no esperados que terminan formado un
círculo vicioso; repiten patrones de conducta vividos por sus progenitores.
En la adolescencia se dan el crecimiento y el
desarrollo y en caso de embarazo, se
continúan paralelamente junto con el nuevo ser en su vientre. Recordemos que en
los extremos de la vida tanto en la adolescente, como en la mujer “añosa”, las
células germinales son inmaduras, es por ello que en ocasiones el embarazo es
riesgoso, llegando a presentar alteraciones en el desarrollo del embrión o malformaciones
congénitas mayores incompatibles con la
vida. Durante los primeros tres meses se pueden presentar complicaciones, como
amenaza de aborto, aborto, embarazos molares, gestaciones ectópicas, por
mencionar algunas. Del tercero al sexto mes se pueden presentar amenaza de
parto, parto pretermino, ruptura de las membranas amnióticas, proceso
infecciosos, y entre el sexto al noveno mes, enfermedades más graves, las
cuales pueden complicar el embarazo y poner en riesgo la vida tanto del
producto de la concepción como la vida de la adolescente, las más graves se encuentran
relacionadas con el aumento de la presión arterial, “hinchazón” de la cara
manos y pies, así como disminución de los volúmenes urinarios, este grupo de
enfermedades forman parte de la preclamsia y eclampsia.
La adolescencia no es pues, el mejor momento para
la reproducción del ser humano. Sin embargo el problema existe y los promotores
de la salud debemos participar en políticas públicas que pongan en alerta a
grupos de personas vulnerables. Se debe partir de una educación sexual a
tiempo, con información adecuada y vigilancia periódica, todo ello con la
finalidad de contribuir a la disminución de la morbilidad y mortalidad materna
e infantil de nuestro país.
*Ginecobstetra. Profesor de Ginecobstetricia
de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C.
La
próxima colaboración será del Dr. Mario Alanís Quiroga, neurólogo.