DR. SAÚL GÓMEZ MARTÍNEZ*
Hace tiempo se pensaba que era
beneficioso hacer actividades al aire libre y exponerse al sol. Sin embargo,
información reciente ha demostrado que el envejecimiento prematuro y el cáncer
de piel son algunas de las enfermedades causadas por esta práctica.
Parte de la
energía solar que nos alcanza en la tierra, está compuesta por rayos ultravioletas
invisibles y cuando entran en la piel dañan las células y puede producir
lesiones visibles como la quemadura solar. Los daños invisibles a veces son reparados por las propias células,
pero no siempre es así y éstos se manifiestan después, de 20 a 30 años, o más.
Las lesiones pueden aparecer como arrugas, pecas, manchas de la edad y cáncer
de la piel. Este último en principio puede manifestarse como quemadura y más
tarde desarrollar el melanoma, que es un cáncer de la piel que se presenta en
cualquier edad.
La protección
de la piel debe iniciarse desde la infancia y continuar toda la vida. Se estima
que nos exponemos en un 80 % del tiempo al sol en los primeros años de vida.
Para ello hay que tomar en cuenta los siguientes factores:
a)
Evitar el sol al mediodía y la resolana (hacer
las actividades, al aire libre, antes de las 11:00 a.m. y después de las 17:00
hrs.)
b)
Cuando haya exposición al sol se deberá usar
bloqueador.
c)
Cubrirse con camiseta, cachucha y lentes para
sol.
d)
Hablar con la familia y amigos acerca de la
protección contra el sol.
Los daños causados por el sol aumentan cuando este se refleja en la
arena, el agua y la nieve, por eso es recomendable decirles a los niños que
jueguen o se sienten en la sombra. En el
verano son suficiente 15 minutos al mediodía para asolearte.
Las
características de la piel varían en el niño de acuerdo en la etapa de
desarrollo en que se encuentre por lo tanto los cuidados deberán de ser diferentes.
El recién nacido tiene la piel oleosa deberá bañarse diariamente con agua y
jabón neutro. En tiempo de calor hasta tres
veces lo puede bañar, usando solo una vez el jabón: no es conveniente limpiar
al niño con aceites, ni aplicar talcos ni lociones o cremas por que obstruyen
los orificios de salida del sudor y favorecen las alergias y si hay fiebre la
empeoren. Tanto en el recién nacido como en el lactante deben tenerse cuidados
especiales con el área del pañal. Debe
lavarse la piel con agua tibia cada vez que el niño orine, además del cambio
frecuente del pañal. El escolar y el prescolar tienden a presentar resequedad
en la piel, no debe pues exagerarse el uso del jabón en ellos. El agua del baño
debe ser tibia y no caliente porque desgrasa demasiado la piel y la duración debe
ser de no más de 10 minutos. Permanecer
mucho tiempo en albercas cloradas también empeora la resequedad de la piel. La
piel seca fácilmente presenta comezón, por lo que hay que lavar la ropa con
jabón no detergente y evitar las prendas de vestir rugosos como la lana.
En el
adolescente la piel se torna oleosa, las glándulas sebáceas comienzan a
funcionar y aparecen los olores de la piel ofensivos y el acné. El adolescente debe pues incrementar el uso
del jabón, lavarse la cara por la mañana y la noche. Si hay indicio de acné no
usar cosméticos ni cremas faciales.
Se deberá
tomar en cuenta que los jabones que se anuncian como neutros no lo son y los
jabones para niños no se recomiendan. Existen en el mercado substitutos del
jabón hechos de concentrados de avenas, vegetales, polvos coloides y aceites
hidrosolubles, todos ellos son recomendables pues no resecan la piel.
Se deben
utilizar cremas o lociones bloqueadoras; hay que aplicarlo en toda la piel que
no esté cubierta, incluyendo oídos y labios y evitando los párpados. Hay que
aplicarla 30 minutos antes de exponerse al sol y volverla a aplicar después de
nadar o sudar excesivamente.
En general,
los cuidados consisten en evitar baños de sol prolongados, aplicar crema o
filtro solar cuando se exponga el sol, al viento o a bajas temperaturas y usar
cremas labiales.
*Pediatra. Profesor de infectología
de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del
Dr. Evaristo Gómez Rivera, traumatólogo.