DRA. ALMA HERNÁNDEZ GALINDO*
Las vacunas son la herramienta fundamental de la Salud
Pública para obtener beneficios individuales y comunitarios, que incluyen a
todos los grupos de edad. Generalmente
los niños son la población con mayor acercamiento a las inmunizaciones, pero el
adulto mayor también requiere un esquema de vacunación que proporcione la
inmunidad que el anciano necesita.
A medida que el ser humano envejece, el sistema inmune
también envejece. El
envejecimiento es un proceso dinámico, continuo e irreversible, que incrementa la posibilidad de desarrollar infecciones,
condición conocida como inmunosenescencia. Si a esta situación se le agrega que el anciano padece
enfermedades crónicas, disminuye su peso corporal, incrementa la debilidad y la
falta de movimiento, presenta una mala nutrición, disminuye su resistencia
física y mental, toma medicamentos de forma permanente; se incrementa el riesgo
de desarrollar complicaciones que incluso puede desencadenar la muerte.
El sistema de salud mexicano, reconocido a nivel mundial
en materia de inmunizaciones, cuenta con un esquema de vacunación dirigido
exclusivamente a la población geriátrica, el cual incluye la vacuna antigripal o también conocida como
antiinfluenza, la vacuna antineumocócica y el toxoide tetánico.
El virus de la influenza o también llamado virus de la
gripe es el responsable de un gran número casos de enfermedades de las vías
respiratorias entre la población anciana. Produce síntomas como: fiebre, dolor
de cabeza, dolor de músculos, tos, escurrimiento y congestión nasal. Puede ser
un proceso grave en los adultos mayores con patologías cardiacas, respiratorias
o metabólicas. Asimismo, puede anteceder a una complicación bacteriana como la
neumonía.
La vacunación antigripal en personas mayores de 60 años,
siempre que no haya una contraindicación, es una medida recomendada dada la
eficacia, seguridad y tolerabilidad de esta vacuna. Los virus causantes de la
gripe mutan muy rápidamente, por eso cada año se fabrica una versión nueva de
la vacuna, de ahí que la vacunación contra la influenza deba realizarse cada
año.
La segunda vacuna del esquema, es la vacuna antitetánica;
la cual brinda protección contra el tétanos. Enfermedad extremadamente grave,
con altas tasas de mortalidad, pero infrecuente en países desarrollados.
Desafortunadamente los casos que hoy en día se presentan se observan en
población anciana y son debidos a la falta de revacunación cada 10 años. Debido
a esto, es sumamente importante investigar
la situación vacunal del adulto mayor y
revacunar en los casos que lo ameriten, sobre todo en área rural.
La vacuna antineumocócica protege contra una bacteria
llamada neumococo, causante de un
importante número de infecciones como la
neumonía. El neumococo tiene
diferentes presentaciones o serotipos, se calcula que existen más de 100
diferentes. La vacuna protege contra veintitrés serotipos, pero son los que
producen complicaciones más graves. La administración de la vacuna en los
mayores de 60 años, consiste en aplicar una dosis y un refuerzo cada 5 años.
Los adultos mayores que sin excepción deben vacunarse
contra influenza y neumococo son los que padezcan diabetes mellitus,
hipertensión arterial, tabaquismo, alcoholismo, enfermedades pulmonares, angina
de pecho, insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal, insuficiencia hepática,
cirrosis, lupus, artritis reumatoide, psoriasis, cáncer, VIH-SIDA, trasplante
de órgano, en tratamiento con radiación, quimioterapia, que hubieran estado
recientemente en hospital o que vivan en una casa hogar o asilo.
Aunque existen muchos mitos sobre los riesgos de la
vacunación, es mayor la posibilidad de padecer la enfermedad que el riesgo de
que la vacuna produzca una reacción indeseable.
*Epidemióloga, imparte el Taller de enfermedades
emergentes y reemergentes, en la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Juan Gerardo Lazo
Sáenz, otorrinolaringólogo.