DR.
JOSÉ JAVIER GARCÍA SALCEDO*
Dentro
de los mitos que existen entre la población, es que los ancianos necesitan
alimentación especial y por eso, ellos o sus familiares, acuden a nutriólogos
(as), y médicos para que se les indique qué dieta deben de tener.
Es cierto que existe intolerancia en los
ancianos a algunos alimentos, pero no se manifiestan en todos ni a muchos alimentos.
Por ejemplo, la deficiencia de lactasa, hace que algunas personas no toleren la
leche, con el consiguiente malestar y/o evacuaciones líquidas. También se puede
presentar intolerancia algunas fibras del repollo o lechuga que les produce envaramiento.
En
personas que padecen piedras en la vesícula, la ingesta de grasa hace que se
contraiga la vesícula y les produzca dolor. También, una vez que se ha operado
el conducto que conduce la bilis se contrae cuando se ingiere grasa,
produciéndoles dolor.
La
tendencia a liberar insulina del páncreas en forma lenta, predispone a los
ancianos a elevaciones de glucosa llegando incluso a valores de 120 a 140 mg/dL
tomado al paciente ya como diabético, sin serlo y si como intolerante a los
carbohidratos. Sin embargo el riesgo de que ello pase a diabetes es alto, por
lo que todas las personas deben de tomar solo los carbohidratos (azúcares)
necesarios.
Un
problema especial se manifiesta en muchos ancianos por la disminución en la
sensación de sed, y entre más anciano mayor es la falta de sed, por lo que la
deshidratación es muy frecuente se presenta más en los meses de calor, pero
también se presenta aún en el invierno. La deshidratación pone en riesgo la
vida ya que disminuye la presión arterial, se modifica el estado de alerta,
disminuye la función renal, se coagula más fácilmente la sangre con el riesgo
de trombosis e infartos y definitivamente pone en peligro la vida. En muchos
ancianos se presenta intolerancia a la ingesta de agua, con náuseas. Se
recomienda entonces toma de líquidos que si no es diabético, de cualquier tipo
y si lo es solo teniendo cuidado con el contenido de azúcar.
Algunos ancianos tienen disminución del
apetito, esto puede tener varios orígenes: alteraciones en el centro cerebral
del apetito, disminución del gusto (olfato, lengua), comer solos, tabaquismo, y
algunos medicamentos. Otra patología se presenta cuando se pierden los molares,
cuando ello sucede los alimentos no se muelen y no se digieren adecuadamente,
produciéndose distención abdominal, pérdida de apetito, dolor, diarrea o
constipación para lo cual no sirven los medicamentos, la recomendación es que
se repongan las piezas dentales o que se les dé la comida molida (y separar
guisado, sopa etc., para conservar el sabor), indicación que muchos ancianos
y/o familiares toman como ofensa, y aún diciéndoseles de la mejor manera no
entienden que es una necesidad para la buena nutrición y digestión.
Un problema especial se presenta en mayores de
95 años porque algunos de ellos pierden los reflejos tusígenos y de deglución
(produciéndose broncoaspiración y neumonías de repetición), falla el apetito, o
no tienen ya capacidad para la masticación dejando la comida por mucho tiempo
en la boca o escupiéndola lo que les produce desnutrición, siendo necesaria la
colocación de sonda gástrica para alimentación.
No
existe pues, dieta especial para los ancianos pero si precauciones en la
alimentación de los mismos.
*Farmacólogo
y Geriatra. Profesor de Farmacología de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de
C.
La
próxima semana el Dr. José Javier García Salcedo, continuará con un tema
relacionado con geriatría.