DR.
EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA*
Hablamos
de envejecimiento en general, como si todo nuestro organismo envejeciera a la
vez y no es así. La vejez llega en tres etapas: la física, la intelectual y la espiritual,
son tres formas de vida; tres modalidades.
Con
anatomía robusta y la fisiología en todo su esplendor, a los 23 años se puede
ser campeón de 100 metros, años después podrá hacer buen papel en la próxima olimpiada, pero se
dirá: “¡Es demasiado viejo, casi tiene 30 años!”. Pero si ese mismo hombre se
postulara para alcalde, se advertiría que es demasiado joven. Y habría razón
para ambos juicios-
Por
un momento detengámonos en la gerontocracia del consejo de cardenales que
asesora al Papa. Sin entrometernos en la eficiencia de ese consejo, podemos
afirmar que si a los 25 años se les eligiera cardenales los consejos quedarían
en entredicho.
No
olvidemos que el Sanedrín (consejo de sabios judío) de Israel estaba conformada
de puros ancianos. El consejo de gerontes que formaba el Delfos, guió los destinos de Grecia clásica. El
Senado romano tuvo más poder que Cesar, y que, en fin, el sacerdote católico se
honra con el título de presbítero, que quiere decir présbita o gerente; viejo.
El
anciano es sinónimo de sabio, pero es verdad que ni el sabio ni el anciano servirán
para ganar un partido de futbol, o para levantar un costal o superar una prueba
ciclista. Para cada cosa se requiere la edad apropiada, es decir ya no servimos
para algo, cuando todavía somos útiles para otros menesteres, así tenemos tres
vidas: física, intelectual y espiritual.
Vida
física: nacemos a la vida del músculo, del deporte y la competencia, llega a la
plenitud a los 25, bien saben los deportistas que a esa edad inexorablemente
alcanzan sus máximos. Lo que en la juventud no se logra es inútil quererlo
conquistar en la madurez, hasta los 25 hay esperanzas legitimas de triunfar,
después se inicia el declive, como en todos los ciclos biológicos hay acenso,
clímax y descenso, es nuestra primera vejez.
Vida
intelectual: Nos damos cuenta que nuestra vida intelectual sigue en acenso
cuando ya declina la física, es la de mayor duración pues alcanza más allá de
los 60, esa vida será vigorosa mientas sigamos abiertos a lo nuevo, y mucho
ayudara hacer ejercicio mental, ¿cómo? Entendamos un teorema, resolvamos un
problema, aprendamos un idioma, todo ello es gimnasia mental y enriquecimiento
del patrimonio intelectual.
Poco
importa que mengue la fuerza física, que decline el rendimiento muscular o que
flaquee la memoria; todo eso es patrimonio de la vida física y por mucho que
decline no afectara la juventud intelectual.
Si
nos afectara en la medida de que nos preocupe el “sentirnos viejos” sobre todo
si nos angustiamos diciendo: “sí, sí, pero me doy cuenta que he perdido energías,
ya no soy como antes, ya necesito lentes y tengo amnesia”. Si nos empeñamos en
ser viejos y mantenernos en actitud pesimista, sin duda acabaremos envejeciendo
de verdad, nuestra obligación es hacer lo contrario y repetirnos hasta el
cansancio que la vejez intelectual no comparece hasta que se le llama. De la
espiritual hablaremos después.
*Traumatólogo.
Profesor de Ortopedia en la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
El próximo sábado el Dr. Evaristo
Gómez Rivera continuará con el mismo tema.