DR.
ADALBERTO MENA CALDERA*
El trastorno bipolar (TB) es una condición
psiquiátrica crónica que presenta frecuencia, asociación con otros trastornos y
mortalidades significativas. La detección temprana y el manejo apropiado pueden
disminuir su impacto pero, en la práctica sólo 20 % de los pacientes con TB
recibe un diagnóstico oportuno, y en 35 % de los pacientes el retraso entre el
inicio de los síntomas y el diagnóstico correcto es de cerca de 10 años. Además
más del 60 % de los pacientes recibe de tres a cuatro diagnósticos incorrectos
antes de alcanzar un diagnóstico adecuado. Las consecuencias de esto y el
manejo inapropiado con antidepresivos incluyen un curso clínico en deterioro,
mayor riesgo de ciclos rápidos (4 o más episodios por año), suicidio,
alcoholismo, abuso de sustancias, infecciones de transmisión sexual y actividad
criminal, así como mayores costos de atención.
El TB se caracteriza por la presencia de episodios
llamados maníacos y/o hipomaníacos con cuadros depresivos. Durante varias
décadas estos trastornos permanecieron incluidos en los trastornos del ánimo,
pero recientemente se les asigna un apartado especial en las clasificaciones
debido a sus diferencias genéticas y de respuesta al tratamiento con respecto a
los trastornos depresivos unipolares.
Un episodio maníaco, en el trastorno bipolar, es un
período bien definido de estado de ánimo anormal y persistentemente elevado,
expansivo o irritable con aumento de la actividad y la energía dirigida a un
objetivo. Esta situación dura como mínimo una semana y está presente la mayor
parte del día, casi todos los días. Esto se acompaña de tres, o más, de los
siguientes síntomas, que representan un cambio notorio en el comportamiento
habitual: aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza, disminución de la
necesidad de dormir. Por ejemplo, se siente descansado después de sólo tres
horas de sueño, es más hablador de lo habitual o presiona para mantener una
conversación, experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran
velocidad o “fuga de ideas”, facilidad de distracción (la atención cambia
fácilmente a estímulos externos poco importantes o irrelevantes, según se
informa o se observa, aumento de la actividad dirigida a un objetivo, ya sea
social, de trabajo, escuela o sexual. Puede presentar también agitación
psicomotora, es decir, actividad sin ningún propósito no dirigida a un
objetivo. Participación excesiva en actividades con muchas posibilidades de
consecuencias dolorosas. Por ejemplo, dedicarse de forma desenfrenada a
compras, juergas, indiscreciones sexuales o inversiones imprudentes de dinero.
Todo lo anterior afecta lo suficiente para provocar deterioro importante en la
función social o laboral o requerir hospitalización para evitar el daño a sí
mismo o por presentar características psicóticas; una pérdida del contacto con
la realidad que se manifiesta por la presencia de alucinaciones o ideas
delirantes.
Las características del episodio hipomaníaco son
similares pero en éste no son lo suficientemente graves como para causar
deterioro o mal funcionamiento lo que dificulta más aún el detectarlo. El
tratamiento actual del trastorno bipolar
se basa en el empleo juicioso y sistemático
de medicamentos estabilizadores del ánimo con apoyo psicológico al
normalizarse éste.
*Siquiatra. Profesor de siquiatría de la Facultad de
Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será de la Dra. Rosa María
Núñez Adame, Oftalmóloga