DR.
RAÚL GUZMÁN MUÑOZ*
La
cirrosis hepática representa la etapa final de todas las enfermedades crónicas
progresivas del hígado. En está, la estructura normal del hígado es sustituida
por nódulos fibrosos de cicatrización lo que sin duda afecta con mayor o menor
grado su función. Las hepatitis crónicas tipo “B” y “C” son las causas más
importantes como generadoras de esta enfermedad a nivel mundial. Sin embargo,
es el alcoholismo y la mala nutrición su principal etiología en los países
occidentales, dentro de los que nos incluimos.
Aunque el hígado tiene una gran tolerancia a
las enfermedades crónicas, pueden hacerse aparentes una serie de
manifestaciones clínicas derivadas de una deficiente función hepática cuando se
afecta más del 80 %, de su estructura. Dentro de los signos y síntomas están
los vómitos abundantes de contenido hemático que son derivados de la formación
de várices en el esófago y estómago generadas a su vez por un aumento en la
presión de las venas que desembocan en el hígado pétreo (Síndrome de
hipertensión porta); la disfunción hepatocelular se manifestará también con un
aumento en el perímetro abdominal, esto debido a la acumulación de líquido en
la cavidad peritoneal (ascitis); la coloración amarilla de piel y conjuntivas
(ictericia), moretones y sangrados son debido a alteraciones en la coagulación
de la sangre, también están presentes; trastornos en el estado de consciencia
(encefalopatía porto-sistémica), entre otros.
Es importante mencionar también que
la cirrosis predispone al desarrollo de un cáncer hepático (hepatocarcinoma).
En el pasado, este estado de fibrosis hepática se consideraba irreversible y el
único planteamiento de curación que se proponía, a estos pacientes, era el
trasplante hepático, considerado como el estándar para evitar llegar las
complicaciones ya referidas, que son la causa de muerte de estos pacientes. En
nuestro país son contados los hospitales con capacidad para hacer este tipo de
operación, independientemente de que su costo elevado oscila entre 180,000 a
200,000 dólares, y el número de donantes es limitado. El paciente trasplantado
tiene un riesgo elevado de rechazo al órgano, se reporta en estadísticas de Estados
Unidos entre el 30 y el 60 %, de rechazo agudo celular.
En la última década se ha propuesto la terapia
celular como alternativa al trasplante hepático, teniendo como objetivo la
regeneración, reparación y restitución de la función celular hepática. Los
experimentos en ratas a quienes se les provocó cirrosis en sus hígados,
recuperaron su estructura y función hepática mediante esta terapia celular. La
aplicación directa de células madre a hígados de pacientes cirróticos
seleccionados, ha demostrado una gran mejoría en sus parámetros bioquímicos y
condiciones físicas generales y lo más sorprendente, una disminución en los
porcentajes de la fibrosis hepática demostrado esto mediante un estudio de
imagen (fibroscan) y la biopsia de hígado. Hoy en día, podremos considerar este
procedimiento como el único tratamiento curativo de la cirrosis hepática. En
este nuestro Hospital Universitario ya se hizo una aplicación de células madre
en forma directa y por vía laparoscópica al hígado cirrótico de un paciente con
excelentes resultados. Hacemos la invitación a todo aquel paciente portador de
este padecimiento para que acuda a la consulta de gastroenterología o cirugía
de esta institución para su valoración y posible selección para este tipo de
terapia.
*Cirujano.
Secretario Administrativo y Profesor de Anatomía de la Facultad de Medicina,
Torreón, UA de C.
La
próxima colaboración será del Dr. Adalberto Mena Caldera, siquiatra.