DR. ALEJANDRO GÒMEZ ALVARADO*
Las
infecciones de las vías urinarias son la principal causa de consulta y de
hospitalización en pacientes de todas las edades y su frecuencia varia con la
edad. Durante la niñez es un evento poco frecuente y suele relacionarse con la
presencia de una alteración anatómica o funcional del aparato urinario. Después
del inicio de la vida sexual la diferencia en frecuencia de infecciones
urinarias entre hombre y mujer es muy marcada siendo 30 veces más frecuentes en
mujeres que en hombres y se calcula que de los 18 a los 40 años de edad hasta
el 30% de la población femenina experimenta infección urinaria sintomática
alguna vez en su vida. Después de los 50 años está relación disminuye por el
aumento de infecciones en los hombres debido a problemas obstructivos de la
próstata. En los adultos mayores la frecuencia es similar en ambos sexos.
Las infecciones urinarias se clasifican, de acuerdo a su
localización anatómica, como infecciones bajas cuando está afectada la vejiga o
la uretra y/o infecciones altas cuando corresponden afectación del riñón. Estas
últimas también se consideran como infecciones complicadas porque pueden
generar daño a la unidad funcional del sistema que se encuentra en este órgano.
Es importante resaltar que el sistema urinario es estéril
y junto con el sistema nervioso central son los únicos que no están colonizados
por bacterias, a pesar de que el sistema urinario tiene conexión al exterior y
esto se debe a mecanismos de defensa presentes en el sistema urinario como son
el flujo de orina, el recambio de células epiteliales entre otros.
Las bacterias invaden y se diseminan en el aparato
urinario por vía ascendente a través de la uretra que es la vía más común o por
vía sanguínea o linfática. La principal bacteria que ocasiona las infecciones
de vías urinarias proviene del intestino grueso o colon donde es un huésped
normal y que a través del periné asciende a la uretra y vejiga. Dentro de los
factores predisponentes para el desarrollo de las infecciones urinarias está la
obstrucción del flujo urinario por cualquier circunstancia a lo largo del
sistema y constituye el principal factor para las infecciones.
Los síntomas más comunes de una infección de vías
urinarias bajas, llamadas cistitis o uretritis, son de tipo irritativo como
dolor o ardor al orinar, aumento de la frecuencia urinaria urgencia miccional,
dolor en bajo vientre o sensación de vaciamiento incompleto de la vejiga. En
las infecciones altas o pielonefritis, el dolor en área de la espalda baja,
acompañado de fiebre malestar general y datos de laboratorio de leucocitosis
confirman el diagnostico. El tratamiento a base de antimicrobianos constituye
la piedra angular; los esquemas varían de acuerdo a la localización, edad, grado
de complicación, sexo, etc. y van de una sola dosis, tres días o de siete a
catorce días. Por lo anterior y la frecuencia de este padecimiento la
recomendación es consultar al médico a la menor sintomatología urinaria sobre
todo pacientes con alto factor de riesgo como diabéticos, trasplantados, con
malformaciones congénitas o con algún otro problema de inmunosupresión.
*Urólogo. Profesor de
Urología de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C.
La
próxima colaboración será del Dr. Antonio Padua y Gabriel, neumólogo.