El
estudio de las arritmias es muy importante, ya que muchas personas mueren al
presentar alguna en sus diferentes formas, ya sea de manera primaria o
secundaria a alguna enfermedad del corazón o de otro órgano.
El ritmo sinusal o ritmo normal del corazón no debe
confundirse con la frecuencia cardiaca o número de latidos. La regularidad de
los latidos, o sea el espacio entre cada uno de ellos es lo que determina el
ritmo. Una arritmia cardiaca es la pérdida del orden normal de los latidos
independientemente del número de estos. Por ejemplo: tenemos arritmias aún con
un número normal de latidos, o sea entre 60 y 100 por minuto en adultos. O bien
se considera también una arritmia en caso de ritmo normal pero con un número de
latidos anormal; ejemplo: menos de 60 por minuto se denomina bradicardia o más
de 100 por minuto, taquicardia. Los pacientes refieren términos como “palpitaciones,
brinco, pálpito, vuelco, corazonada, sensación de que se detiene el corazón”, que la
mayoría de las veces no corresponde a ningún tipo de arritmia. Esto quiere
decir que aunque estas manifestaciones o síntomas pudieran corresponder a un
tipo de arritmia, las arritmias frecuentemente son asintomáticas, incluso
algunas formas graves de las mismas, por eso no las detectamos por algún síntoma.
Existen arritmias benignas y se podría decir que son
“normales”, como la que presentan niños y jóvenes y que depende de la
respiración. Otras son benignas y pasajeras y aunque adquieren frecuencias muy
elevadas cercanas a los 300 por minuto, se pueden presentar en corazones sanos y
generalmente son provocadas por estimulantes como café, refrescos de cola,
algunos tés, bebidas alcohólicas, estrés, desveladas, humo de cigarros y efecto
de medicamentos como los antigripales u otras drogas.
La mayoría de la gente que muere por un infarto lo hace a
consecuencia de alguna arritmia cardiaca grave, que en muchos casos no le
permite llegar al hospital. En los Estados Unidos, se calcula que sólo la mitad
de los infartados llegan vivos al hospital. En ocasiones hemos sido testigos de
la muerte súbita o instantánea de algún deportista, especialmente en el futbol.
El jugador, cae de repente en la cancha víctima de algún tipo de arritmia de la
que puede o no recuperarse.
Las arritmias pueden controlarse simplemente evitando los
factores que las desencadenan, o bien, ocasionalmente llegamos a recurrir al
empleo de los medicamentos llamados antiarrítmicos, los cuales deben ser usados
exclusivamente bajo prescripción médica, dado que en ocasiones son un verdadero
ejemplo de cuando resulta peor el remedio que la enfermedad. El uso de aparatos
llamados cardioverter-desfibrilador, han salvado muchas vidas, porque son
capaces de responder con un choque o descarga eléctrica pequeña a diversos
tipos de arritmias salvando la vida del paciente. Se deben de colocar solo en
caso de enfermedades graves del corazón. Pero recientemente surgen dudas sobre
si estos aparatos nos estarían quitando el privilegio de morir dignamente y sin
dolor, como en aquellos casos en que la muerte se presenta durante el sueño,
forma en que casi todos quisiéramos morir. Por último, cuando una persona
fallece repentinamente es excepcional que sea por un infarto, casi siempre
habrá que considerar alguna arritmia como la causante.
*Cardiólogo. Profesor de
Cardiología y Director General de la Facultad de Medicina y Hospitales
Universitario de Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Alejandro Gómez
Alvarado, urólogo.