lunes, 22 de abril de 2013

MORIR CON DIGNIDAD


DR. MANUEL ESTRADA QUEZADA*
El Siglo de Torreòn, aquì
Nos preocupa saber si existe vida después de la muerte, pero no nos ocupamos en vivir adecuadamente la vida que tenemos antes de morir.

Si alguien acelera o adelanta la muerte de un enfermo que sufre, ya sea  porque padece una enfermedad terminal o porque él mismo encuentra que la vida ya no tiene ningún sentido, indudablemente, esa persona estaría cometiendo un homicidio. Así lo contempla la legislación mexicana. Y es que la eutanasia, que significa buena muerte o muerte por piedad, no puede estar al libre albedrio de los médicos o de cualquier persona, porque se colocaría en una posición de ser superior o de juez y ese no debe ser nuestro papel.

Esta primera acción eutanásica puede parecer cruel  y prestarse a una gran polémica. Sin embargo, lo mismo sucede con otra actitud que asumimos ante un enfermo desahuciado, con una pobre calidad de vida, a quien fundamentalmente la familia le pone todos los obstáculos posibles para su propia muerte, a esta acción se le conoce como distanasia. De tal manera, podemos observar que con egoísmo disfrazado de falso amor, buscando el beneficio propio, de quienes no les importa el sentimiento del que sufre, más frecuente de lo que quisiéramos que fuera, encontramos a médicos y familiares en una “encarnizada lucha terapéutica” para prolongar la vida del doliente, sin reflexionar que realmente lo que están prolongando es la agonía, no la vida. Nadie con pensamiento claro, podrá ser ciego y sordo ante un ser humano que postrado recibe “papilla” como alimento, misma que no reconoce como tal y mucho menos disfruta. Vemos a un cuerpo casi inerte, con llagas en la piel (producto de la misma postración e inmovilidad), lleno de tubos, agujas, sondas, con muchos medicamentos y oxígeno en tanque; incapaz de respirar el aire de la vida, es decir, en una larga agonía.

Si bien es cierto que el enfermo puede ser nuestro dador de vida, ya sea madre o padre, a quien amamos, también es cierto que deberíamos de respetar su necesidad de descanso e igualmente respetar sus ciclos de vida. Ojalá no nos ganara el egoísmo.

Pero, ¿qué es lo más prudente?  Sin duda alguna, respetar el proceso natural de muerte o lo que conocemos como ortotanasia, en donde tenemos a nuestro paciente en forma higiénica, sin dolor, bien alimentado, con el auxilio espiritual del culto que profese y rodeado de su familia y de los que lo aman. En conclusión, lo que debemos hacer es no adelantar, ni retrasar la muerte.    

*Médico legista. Profesor de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de Torreón de la U.A. de C.

www.facultaddemedicinatorreon.blogspot.com

La próxima colaboración será de la Dra. Elsa Margarita Zúñiga Galicia, patóloga.