DR. EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA*
En seguida citó algunas teorías que han surgido para explicar el proceso de
envejecimiento:
La teoría de la escoria celular: establece que el
envejecimiento se debe a residuos que poco a poco se acumulan principalmente en
articulaciones y vasos sanguíneos. Esta
teoría de la impregnación de los tejidos propone que la vejez sucede por causa
de la basura metabólica, se supone que los residuos tóxicos se
acumulan y eso es lo que hace que envejezcamos.
La teoría de la deshidratación: según Rocasolano la
deshidratación es expresión de la vejez. Por ejemplo, el feto humano a los tres
meses tiene 94 % de agua y el adulto
tiene 65 % aproximadamente. La deshidratación
entonces es signo de envejecimiento, a menor viscosidad más vitalidad a
mayor viscosidad… la muerte se acerca.
Teoría hormonal: el declive de las hormonas sexuales fue
culpado del envejecimiento, pero el paso del tiempo ha puesto las cosas en su lugar
y ahora sabemos que sólo hacen reparaciones locales y nada más. Comprendemos
que el envejecimiento es un proceso general que abarca todo el organismo y si
las funciones viriles se apagan es por la involución de las glándulas genitales
y no por el envejecimiento. Recetando hormonas sexuales se puede devolver la
virilidad al viejo, pero el viejo no dejará de serlo.
Gregorio Marañón, quien fue autoridad en este campo dijo:
“En el espíritu humano está fuertemente arraigado el concepto de juventud unido
a la capacidad sexual”. El aspecto joven de una persona madura se liga a la
idea de que esa persona ha logrado conservar la actividad erótica, y en cierto
sentido es verdad, porque basta con la ilusión de que la sexualidad esta
despierta para sentirse joven y esa
ilusión puede encenderse y perdurar poniéndose inyecciones de extractos
gonadales cuyo efecto en la mayoría de las veces es solo imaginación. A Brown
Sequard, padre de la opoterapia (tratamiento de las
enfermedades por administración de extractos de diversos órganos, especialmente
de las glándulas endocrinas) le
pasó, los extractos espermáticos que se inyectaba no tenían más actividad
hormonal que el agua de tlacote, hasta ahora
no sabemos si las hormonas que inyectamos son útiles porque lo son o nos
lo figuramos. La sexualidad es una bandera de juventud, pero no es juventud, se
puede ser joven con la bandera arriada, e, inversamente, una bandera a toda
asta, puede encubrir mercancía averiada y devaluada.
En el envejecimiento participan todos los tejidos,
ninguno menos importante y habrá que abordarlos con métodos nuevos y con otros
ojos. No se trata de quiméricos rejuvenecimientos, ni suponer que la presencia
de las hormonas es el registro de nuestra vitalidad, ni que la deshidratación
sea parámetro de envejecimiento, tampoco que
el viejo sea depósito de desechos metabólicos.
La vejez se presenta como un mundo de problemas inéditos
de creciente interés. De lo que se trata es de conocer, poco a poco, la marea de
cambios que tiene el envejecimiento, porque cuando envejecemos unas olas se
retiran, otras avanzan.
Citando nuevamente a Gregorio Marañón que expresó: “Yo
deseo que este problema estimule a los
jóvenes investigadores a ahondar en su
conocimiento, para ayudar a los viejos en sus últimos años a ser útiles a los
demás y a ellos mismos.” Esto es más importante que pretender el
rejuvenecimiento.
*Traumatólogo. Profesor de ortopedia en la Facultad de
medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Daniel Arrellano
Pérez Vertti, traumatólogo.