DRA. LEIDY PENICHE
POLANCO*
“El corazón continua latiendo por amor en
espera de que los órganos sean rescatados y así poder brindar un regalo de vida.”
La muerte encefálica es la
muerte del individuo. Esta es una realidad científica que poco a poco vamos
integrando en nuestro substrato cultural y psicológico. Si la vida nos enfrenta
a la difícil experiencia de ver morir a un ser querido, en estas condiciones
podremos, en un gesto de infinita generosidad, dar a otros la vida.
La
muerte por paro cardíaco produce, en pocos minutos, la muerte encefálica
(muerte del cerebro) y viceversa. Sin embargo, en ciertas situaciones, se
produce la muerte encefálica, previamente a la somática (muerte del cuerpo) y
con ciertas técnicas médicas, estamos en condiciones de mantener durante unas
horas las constantes cardiaca y respiratoria, y secundariamente el funcionamiento
de los principales órganos. Es durante estas horas de valor vital, cuando se
puede realizar una donación de órganos. El enfermo ha muerto pero
artificialmente mantenemos en funcionamiento sus principales órganos, que se
pueden convertir en un preciado regalo para otro paciente.
Durante
siglos se asociaba la muerte con la ausencia de movimiento, más tarde se asoció
la muerte con la ausencia de respiración y otras culturas aseguraban que el hombre moría al detenerse el
corazón asegurando que en él, se situaba el alma la cual abandonaba el cuerpo
al detenerse el corazón.
Hoy
sabemos que la interrupción de las funciones cardiaca y respiratoria puede ser
reversible. La medicina está hoy en condiciones de recuperar el latido cardiaco
y la respiración: siempre que las maniobras de reanimación se inicien pronto.
Es lo que se conoce como resucitación cardiopulmonar
Este
descubrimiento, aparte de salvar muchas vidas, sirvió para poner en crisis la
relación entre el paro cardiorrespiratorio y la muerte. Si podemos recuperar el
latido del corazón y la respiración, y el enfermo sale vivo del trance, resulta
evidente que no llegó a estar muerto, puesto que la muerte, por definición, es
un proceso irreversible.
En
la segunda mitad del siglo XX, el empleo de la ventilación mecánica y el
soporte cardiocirculatorio realizado en las Unidades de Cuidados Intensivos,
permitió mantener la actividad cardiaca de personas con graves lesiones
cerebrales que presentaban ausencia de circulación cerebral, ausencia de
funciones encefálicas y ausencia de respiración espontánea. A lo que se le
llamó coma depasse
( mas allá del coma)
¿Cómo entender la muerte encefálica? Si
consideramos el cráneo como una caja herméticamente cerrada que da alojo al gran
director de orquesta que es el cerebro humano, en cuyo tallo cerebral se
encuentra el centro respiratorio, centro de control de temperatura, control de
presión arterial, entre otras grandes funciones que dan la vida y si
consideramos la importancia del oxígeno para su adecuado funcionamiento
podremos entender un poco, tal vez mucho, acerca de la muerte encefálica.
En
condiciones normales dentro de nuestro cráneo existe una presión determinada,
la cual ante una agresión directa al cráneo esta presión tiende a subir (traumatismo
craneoencefálico, hemorragia cerebral, tumor cerebral) y considerando el cráneo
una caja herméticamente cerrada, como ya habíamos dicho, y ante el aumento de
presión, hay edema cerebral, que comprime los vasos sanguíneos, venas primero y
arterias después, por ende se corta el suministro del vital oxígeno a las
estructuras cerebrales lo que determina el daño irreversible al tallo cerebral lo
que provoca la muerte .
*Coordinadora de Donación
y Trasplantes HU. De cara al 26 de septiembre “Día Nacional del Donador de Órganos”.
La próxima colaboración será del MC Francisco
Javier Lozoya Enríquez, parasitólogo.