DR.
EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA*
Esta
es una historia que a menudo se repite: Hace un año fue operado de la rodilla y
permanece con incapacidad total. ¿Por qué se retarda tanto la curación? ¿Qué
complicación surgió? El diagnóstico fue correcto, la operación fue la indicada,
pero la articulación esta rígida, la marcha es lenta y vacilante y no puede
caminar. Su médico lo acusa de falta de cooperación, que está deprimido,
resentido y falto de interés y lo amenaza con la pensión por invalidez. Ciertamente
está deprimido, tiene un buen motivo para estarlo; se siente peor que hace un
año, falto de interés porque nadie se preocupa, nadie explica qué le pasa y
cree que no hay nada que hacer.
De
pronto, el ambiente cambia. Ve el cielo, el campo y los espacios abiertos, en
una atmosfera de bienestar. El médico cirujano le habló de adherencias y
dominio muscular, explicándole los síntomas que le apesadumbraban y le preguntó
sobre su familia y su casa; se sintió animado. El médico le enseño ejercicios
junto a otros con dolencias parecidas y participó con ánimo y optimismo. Le
enseño a andar sin cojear y fue felicitado. Y cuando lo vieron ocioso le
dijeron con firmeza que debía trabajar, aprendió a caminar a hacerlo más
rápido, adelantar el pie 2 cm. en cada paso, y antes de darse cuenta ya estaba
corriendo, el gimnasio, jugando en el campo, practicando en la piscina,
asistiendo a pláticas. El tiempo pasó de prisa porque estaba atareado, contento.
En siete semanas estaba listo para regresar al trabajo.
Doce
meses-incapacidad total, siete semanas- curación completa, es la historia de
una rehabilitación exitosa. ¿Qué es lo que convirtió el fracaso en éxito?, ¿fue
el aire y los recreos?, ¿fue el desarrollo de los músculos?, ¿fue el alivio del
dolor?
Para
tener resultados como el de la historieta, busca un médico así:
Un
médico que explique el diagnóstico. Porque es parte esencial
del tratamiento, que diga la verdad o al menos tanta verdad como sea posible,
para sentir confianza y esperanza. Todo paciente tiene derecho a conocer la
verdad y es obligación del médico explicarla; que la diga simplemente y sin
lenguaje técnico, porque hay médicos que
se deleitan usando términos oscuros y largos: “estoy sufriendo de espondilosis
heredo traumática ¿no es eso horrible? y para no olvidarlo hasta lo anoté”,
dice el paciente.
Un
médico que de confianza: que explique el diagnostico no solo
con simplicidad, sino con convicción, sin titubeo. Que domine su materia porque
es la falta de conocimientos y deseo de protegerse cuando dice: “vaya
aumentando la dosis poco a poco”, “no haga demasiado ejercicio”, “esperemos a
ver que dice la radiografía”; esas expresiones vagas, dejan sensación de duda y
generan desconfianza. El mundo está lleno de amigos y conocidos fascinados por un
interés morboso en los desastres de la cirugía, detallan los casos calamitosos,
convirtiendo así el miedo y la duda en certeza.
Un
médico que no asuste: describir exageradamente el dolor que sentirá
después de la operación, es erróneo porque el dolor mental y la aprehensión son
peores que el dolor físico, es reprobable agrandar la gravedad con objeto de
poner en relieve la habilidad del cirujano: “estuvo en riesgo” “casi se muere”
si es verdad, la observación es nociva y si es mentira, es deshonesta y
despreciable.
Este
es el mayor error en el tratamiento: no hay médicos para el cuerpo y médicos
para el alma, los dos son uno e indivisibles.
*Traumatólogo. Profesor de ortopedia en
la Facultad de medicina, U A de C.
La
próxima colaboración será del Dr.
Fernando Sánchez Nájera, Psiquiatra.