(Segunda
y tercera década de la vida)
(Parte
II)
DR. FERNANDO SÁNCHEZ NÁJERA*
Como lo mencionamos en la primera parte: es conocido
que los padecimientos mentales existen desde que la humanidad existe. La salud
mental es equivalente a la salud médica general. La estabilidad mental finca su
equilibrio dinámico, entre huésped, agente y ambiente. Todos podemos llegar a
presentar síntomas aislados de depresión o ansiedad, así como rasgos de
personalidad histriónica, narcisista, obsesiva, explosiva, paranoide, etc. Al
contar con aceptables recursos biológicos, estructura física, neuronal y
psicológico; temperamento y carácter suficientemente estables. Todo desemboca
en una interacción social aceptable, por eso, la mayoría de las personas
recuperan su estabilidad mental y emocional.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo: Por antonomasia, un buen estudiante posee rasgos
obsesivos, pues tiene muchas las actividades y marcos teóricos que deberá tener
presentes. Aunque el perfeccionismo se puede considerar una virtud, cuando
estas conductas se vuelven extremas y repetitivas se convierte en un padecimiento
que padece el 3 % de la población. El Trastorno Obsesivo Compulsivo, se
caracteriza por conductas repetitivas o de desgaste como el repasar tres,
cuatro o cinco veces una tarea o presentación para considerarla bien realizada
y ”aun así algo faltó”. Cuando no se realiza un ritual completo como saludar,
tocar objetos y luego lavarse las manos la persona va desarrollando malestar de
ansiedad y depresión, tanto mujeres como hombres suelen ser más razonativos que
emotivos, se les dificulta la expresión de ternura, cariño y sensualidad. La
idealización de la pareja, con frecuencia los lleva a la soltería muy entrada
en años.
Borderline: Es
también llamado trastorno limítrofe de la personalidad. De acuerdo al modelo
psicoanalítico es aquel estado de la personalidad en la cual ni se es neurótico
ni se es psicótico. Otto Kernberg describe tres niveles de funcionamiento: en
el primer nivel de funcionamiento la persona sólo presenta rasgos llamativos de
“ser” histrionismo, antisocial, narcisismo y dificultad para mantener una
relación estable de amistad o noviazgo. No obstante, funciona. En el segundo
nivel, estos rasgos se acentúan al presentarse frustraciones frecuentes o
importantes, desarrollándose conducta sexual promiscua o estados de ansiedad,
depresión, intentos autoagresivos, discusiones frecuentes con las personas, amistades
o la pareja. El tercer nivel de funcionamiento se caracteriza por vacío,
soledad, sensación de abandono, estados depresivos graves, así como síntomas
micropsicóticos con conductas autoagresivas graves.
Abuso de alcohol y otras drogas: El entorno, la curiosidad, la oportunidad y los
amigos colocarán al joven frente a esta situación. De esta forma ser probador
ocasional es a veces “inevitable”. Centrarse en la importancia de las metas en
la vida (construidas desde las primeras etapas formativas) permitirá anteponer
la capacidad de espera a la gratificación, evitando la gratificación inmediata
a la que se llega con estas sustancias y el riesgo de pasar esa línea, poco
precisa, entre el consumo social de alcohol o el consumidor de una sustancia adictiva.
Abordaje: superando el
estigma, si estos síntomas y conductas ejemplificadas se vuelven repetitivas, si
se ha recibido la recomendación de algún miembro de la familia o amistad y aun
así la señal persiste, es importante recibir una valoración especializada, la
cual podrá llevar a la o el joven a un tratamiento psicoterapéutico y/o psicofarmacológico.
Psiquiatra.
Profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C. Corrreo electrónico: sanafe07@hotmail.com
La próxima colaboración será de la Dra. Elsa Margarita Zùñiga Galicia, patóloga.