El tratamiento con PRP imita los eventos que
suceden durante el proceso fisiológico de curación de las lesiones debido a la
liberación de diversos factores de crecimiento. La cantidad requerida se
obtiene de la sangre del propio paciente y es un procedimiento seguro.
El procesamiento para obtener el plasma rico en plaquetas incrementa la
potencia del mecanismo de curación normal, debido a las concentraciones tan
elevadas de plaquetas autólogas y factores de crecimiento en el tejido dañado
lo que se ha demostrado tanto en estudios de ciencias básicas como en los
estudios clínicos. La alta concentración y liberación de estos factores, inducen
a un aumento en el reclutamiento y proliferación de células madre y otros tipos
celulares.
En Traumatología y Ortopedia, las aplicaciones terapéuticas del PRP son
muy diversas. Principalmente en ciertos trastornos en los que se busca promover
la reparación del tejido. Algunos de los padecimientos en los que se aplica
son: tendinitis, fascitis plantar (dolor del talón), enfermedad degenerativa
articular (artrosis u osteoartritis), lesiones a deportistas en los ligamentos
de la rodilla u otras articulaciones, lesiones musculares y tendinosas y promover la
cicatrización de úlceras y heridas (pié diabético). También se utiliza junto a diversos
tipos de injertos óseos, en casos de mala curación de las fracturas.
En Ortopedia la
indicación más frecuente es la osteoartritis de rodilla cuando el paciente no
responde a los tratamientos convencionales y que por diversos motivos (edad,
riesgo quirúrgico, enfermedades asociadas, entre otras), no es conveniente
realizar una cirugía mayor como la artroplastia total o prótesis.
Para obtener óptimos resultados, convencionalmente se acepta concentrar
las plaquetas de 3-5 veces por encima del valor normal.
En cuanto a la seguridad, y dado que este preparado es autólogo, su
administración es segura y no está sujeta a la transmisión de enfermedades
infecciosas como hepatitis, VIH entre otras. En general el PRP es bien tolerado
por los pacientes.
El PRP no debe
indicarse en casos de pacientes con trastornos de la coagulación o que reciben
tratamiento con anticoagulantes, así como en los que sean alérgicos a los
anestésicos locales.
Igualmente, si se sospecha
de lesión precancerosa o cancerosa, no se deben aplicar. También su uso está
contraindicado cuando la cantidad de plaquetas sea inferior a lo mínimo normal
aceptado, en el embarazo y la lactancia.
Es muy importante informar al paciente que de manera natural puede
presentarse, posterior a la aplicación, una respuesta inflamatoria temporal (3
a 5 días, habitualmente) caracterizada por dolor intenso, inflamación y
enrojecimiento local. El riesgo de eventos adversos debidos a cualquier
inyección es mínimo y estos pueden ser: infección local, daño neurovascular,
entre otros.
La próxima
colaboración será de la Dra. Susana Bassol Mayagoitia, Endocrinóloga de la
reproducción.