sábado, 11 de agosto de 2012

TRASTORNOS FUNCIONALES GASTROINTESTINALES

Dr. Luis Ignacio Gurza Morales*
El Siglo de Torreòn aquì
Los trastornos crónicos del tracto digestivo, en general, muestran una carencia de signos clínicos y, por lo tanto, su diagnóstico depende de la presencia de los síntomas característicos. Los trastornos funcionales gastrointestinales (TFGI) son crónicos. En la práctica clínica son comunes; comprenden 40 por ciento de los diagnósticos gastrointestinales. Los TFGI más conocidos son el síndrome de intestino irritable y la dispepsia funcional. Estos trastornos no sólo carecen de signos clínicos confiables, sino que tampoco muestran cambios estructurales ni anormalidades bioquímicas.

Los TFGI son determinados por diferentes factores, que surgen de una mezcla de hechos que afectan a la mucosa intestinal y a la microflora, el sistema nervioso entérico y sus conexiones neuronales extrínsecas, así como por las señales dentro del cerebro y la médula espinal. Estos trastornos pueden entenderse mejor desde una perspectiva biosicosocial; y como tal, parece improbable que un solo marcador biológico pudiera explicar los síntomas y sugerir el diagnóstico. Por todo lo anterior, los criterios basados en la sintomatología, en pruebas fisiológicas, y otros exámenes, son necesarios para el diagnóstico de los TFGI. El enfoque basado en los síntomas es el más eficaz, los que predominan son: la distensión abdominal o el gas, el dolor, la diarrea o el estreñimiento.

La clasificación conocida como Roma III es la única basada en la sintomatología de los TFGI, que abarca todas las regiones del tracto digestivo. Los criterios diagnósticos de estos trastornos han sido refinados y simplificados y continúan siendo cada vez más utilizados en las publicaciones. Pero, aunque muchos gastroenterólogos tienen conocimiento de los criterios diagnósticos de Roma, en la práctica clínica la utilización de los criterios aparenta ser limitada, en especial para los trastornos distintos al síndrome de intestino irritable.

Ante la ausencia de biomarcadores confiables, es probable que muchos médicos sigan evitando hacer un diagnóstico formal de un TFGI especifico, ya sea categorizando al trastorno como ‘funcional’, o diagnosticando una gran variedad de trastornos o síntomas como ‘intestino irritable’. En la atención primaria es probable que un gran número de médicos se niegue a establecer el diagnóstico y simplemente enumeren los síntomas predominantes. Con respecto al diagnóstico de los TFGI, lo importante para el gastroenterólogo es el contexto clínico de cada uno de ellos, en especial su relación con otros trastornos que presentan síntomas similares, tanto ‘orgánicos’ como de la motilidad. Por ejemplo, cuándo debe considerarse la relación entre la úlcera péptica y la dispepsia funcional o cómo se puede diferenciar entre la enfermedad inflamatoria intestinal y el síndrome de intestino irritable. Su diagnóstico no debe ser únicamente por exclusión; debe incluir un enfoque algorítmico guiado para poder llevar de la sintomatología al diagnóstico.

*Gastroenterólogo. Profesor de Gastroenterología de la Facultad de Medicina de Torreón, U.A. de C.

La próxima colaboración será del Dr. Eduardo Mayet Machado, pediatra