En 1848, Sir Henry Bence-Jones observó la precipitación de proteínas en orina en un paciente con un tumor óseo llamado plasmocitoma, fenómeno ausente en personas sanas o con otras enfermedades. Así nació la era de los marcadores tumorales. Sin embargo, fue hasta los años sesenta que se despertó el interés médico por estas substancias al descubrirse algunos de los más utilizados en la actualidad.
Los marcadores tumorales son definidos como compuestos químicos relacionados con tumores y están presentes en líquidos corporales como sangre, orina, líquido cefalorraquídeo, etcétera, o en componentes celulares. Pueden ser proteínas, enzimas, hormonas u otras substancias.
Es muy importante saber que el uso de estos marcadores tiene restricciones significativas pues su valor como método de detección es limitado, ya que pueden existir elevaciones de los mismos en enfermedades cancerosas y no cancerosas, y aún en condiciones normales. Por lo contrario, una persona con cáncer podría no tener elevación del marcador relacionado con él.
Uno de los más conocidos, el Ca 125, promocionado como diagnóstico de cáncer de ovario, se encuentra elevado en 50 a 75 % de estos tumores, por lo tanto, entre un 25 y un 50 % de pacientes con cáncer de ovario tendrían valores normales. La elevación de este marcador también puede observarse en enfermedades ginecológicas benignas.
El Ca 15-3 relacionado con cáncer de mama se eleva primordialmente en casos con metástasis, por lo tanto no es útil para detectar lesiones tempranas.
El antígeno prostático específico, utilizado como coadyuvante para el diagnóstico del cáncer de próstata puede elevarse en casos de cáncer, pero también en casos de crecimiento prostático benigno, prostatitis e infartos prostáticos. Así existen decenas de marcadores, cada uno con cualidades y limitaciones particulares.
El diagnóstico de cáncer debe estar sustentado en síntomas y signos clínicos, datos de laboratorio, estudios radiológicos y primordialmente en el estudio al microscopio de células y tejidos afectados.
La principal utilidad de los marcadores tumorales es colaborar en el pronóstico, vigilancia, y evaluación de la respuesta al tratamiento de los casos diagnosticados por los estudios descritos. De encontrarse elevados al momento de hacer el diagnóstico su descenso después del tratamiento indicaría buena respuesta. Su elevación nos hablaría de persistencia o reactivación tumoral.
Por todo lo anterior, sólo el médico puede establecer la utilidad real de un marcador tumoral, en base al estado de cada persona.
*Patóloga, Profesora de Patología e Histologia. Secretaria Académica de la Facultad de Medicina de Torreón, U.A. de C. Correo electrónico: ezgalicia@hotmail.com